A pesar de estar abonado a la controversia, especialmente en los últimos años, Ye, artista norteamericano anteriormente conocido como Kanye West, está considerado como uno de los más influyentes del siglo. El productor, rapero y cantante, nacido en Atlanta pero criado en Georgia, atesora 75 nominaciones a los Grammy, de las que obtuvo el galardón hasta en 22 ocasiones.
Aunque alrededor de su figura se generen noticias de manera continua, sobre todo por razones extramusicales, la relevancia de su legado hace interesante el visionado de jeen-yuhs: A Kanye Trilogy, documental en tres partes y más de cinco horas de duración cuyo primer capítulo estrena Netflix este miércoles 16 de febrero. Los dos restantes aparecerán en la plataforma en las siguientes semanas.
Cuando se dice que jeen-yuhs: A Kanye Trilogy abarca más de veinte años de rodaje no hay un mínimo de exageración. La primera entrevista con Ye que muestra en la serie uno de sus directores, Clarence ‘Coodie’ Simmons, data de 1997, durante un repaso a la efervescente escena de Chicago para Channel Zero TV. El realizador queda fascinado inmediatamente con el talento y la ambición del entonces productor de rap.
En 2001, tras mudarse a Nueva York y firmar ritmos en el legendario álbum de Jay-Z The Blueprint, Kanye convence a Coodie para grabar material pensando en un futuro documental sobre su ansiado ascenso a la fama. Contagiado por su espíritu y armado con una cámara de vídeo, se convierte en inseparable durante esos primeros años de pulso continuo contra la industria.
El documental está firmado por Coodie junto a Chike Ozah, a quien conocen durante una de las primeras apariciones de Ye en MTV. Juntos firmarían el primer vídeo de West, Through The Wire, éxito casi instantáneo en la época, y a partir de ese momento pasa a formar parte del equipo habitual del artista. De hecho, jeen-yuhs (pronunciación literal de genius, genio en inglés) también describe los inicios del dúo como creadores de videoclips, conocidos como Coodie & Chike.
Los orígenes de un ‘jeen-yuhs’ sin filtro
El propio Coodie deja claro al inicio que esta pieza se construye desde la cercanía y la amistad. Al ser autor y narrador, formando parte de la historia, sería imposible pensar en un retrato imparcial. Eso convierte a jeen-yuhs: A Kanye Trilogy en un documental pensado sobre todo para fans, pero también para aquellos interesados en la industria del hip-hop a finales de los 90 y principios de los 2000.
El material es asombroso. Ver a West intentando convencer a los ejecutivos de Roc-A-Fella de su talento como rapero, ser ninguneado y salir abatido de la oficina roza la vergüenza ajena. Es historia del rap escuchar a Mos Def y Talib Kweli interceder para un fichaje frustrado por el sello Rawkus. Especialmente durante el primer episodio, Acto I: Visión, sorprende ser testigos de cómo cierran las puertas a un artista que luego pondría a la industria a sus pies.
Son tiempos en los que casi llora ante un periodista mientras defiende ser, más que un productor, «un rapero, un contador de historias” y reconoce que ensaya un hipotético discurso para los Grammy. Su insistencia empieza a dar sus frutos: DMX y Mos Def alucinan en el backstage con su fraseo para Two Words, Jay-Z le deja rapear en The Bounce y Pharrell Williams, uno de los pocos productores en su nivel de influencia, se queda boquiabierto cuando escucha por primera vez Through The Wire. La cámara se cuela en el local de ensayo y el estudio mientras trabaja en futuros éxitos como Jesus Walks o Slow Jamz.
Los complejos rasgos de su personalidad ya estaban ahí. En la obstinación de quien lucha por un reconocimiento que no tiene o en la ambición que lo mueve a incorporar coros de gospel en un rap. Y en el trabajo incansable, como cuando rima a Coodie por teléfono tras un grave accidente de coche o planea vídeos en la consulta mientras le recolocan la mandíbula. También en una permanente frustración que solo calman los íntimos momentos con su madre, Donda, los pocos en los que parece realmente contento.
Visionado en Sundance y polémicas previas a su estreno
El Acto II: Determinación finaliza con el arrollador triunfo de su debut de 2004, The College Dropout, mientras que la última parte, Awakening, se dedica a su progresiva pérdida de contacto con la realidad, sus problemas mentales (está diagnosticado con trastorno bipolar), su coqueteo con la política y sus continuos encontronazos con otros artistas. Uno de ellos con el propio equipo de rodaje, con los que perdió el contacto durante años, hasta 2016. Curiosamente el documental comienza ahí, con Ye a punto de publicar uno de sus incendiarios tuits.
Como no podía ser de otra manera, el estreno también ha sido accidentado. Tras el visionado de la primera parte en el Festival de Sundance, Coodie se mostró alarmado por un comentario de Ye sobre su palabra final con respecto al montaje. Y hace solo unos días volvió a sorprender con una supuesta petición de que Drake, con quien ha mantenido bastante tensión en los últimos años, asumiera la narración.
Lógicas reticencias considerando el historial reciente del artista, que ya paralizó este mismo proyecto hace unos años, alrededor del lanzamiento de su disco The Life of Pablo en 2016, tras sufrir una gran crisis personal. Parece que las aguas han vuelto a su cauce y jeen-yuhs: A Kanye Trilogy, tras una aparición conjunta de Ye y Coodie para mostrar el acuerdo, podrá tener una larga vida en Netflix.
Conflictos extramusicales a la espera de Donda 2
A nivel personal Ye sigue desgraciadamente de actualidad. Parece empeñado en boicotear a toda costa la relación entre Kim Kardashian y el actor Pete Davidson, hasta el extremo de que su expareja teme algún tipo de altercado físico. Mientras ruega a Dios por una reconciliación familiar, ha decidido descartar a su antiguo amigo y colaborador Kid Cudi de futuros lanzamientos.
Disparates aparte, como la exigencia de una disculpa a Billie Eilish, parece que musicalmente su talento está encarrilado. Hace unos días publicó una de sus últimas firmas en materia de producción, la fantástica Diet Coke de Pusha T, en cuyo vídeo también aparece. Esta colaboración con uno de los pioneros de las mixtapes como mitad del dúo Clipse no habrá sido del agrado del archienemigo de Pusha T, Drake, quien parecía haber firmado las paces con Ye tras actuar juntos en el concierto benéfico Free Larry Hoover.
La fecha más importante, de todas formas, es el martes 22 de febrero. Ese día (2-2-22) teóricamente debería de publicarse Donda 2, continuación del mastodóntico álbum que dedicó el pasado año a su difunta madre. Si no se producen maniobras habituales en él como fiestas de lanzamiento frustradas o progresivos retrasos, puede que sirva para reconciliarle con una escena que, a pesar de sus continuas excentricidades, sigue debiendo muchísimo a sus innovaciones sonoras.
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