Está en Georgia y su construcción data de los siglos IX y X.
Una de las imágenes más sorprendentes que el viajero percibe al recorrer la remota región de Imereti, en el oeste de Georgia, resulta, a primera vista, algo confusa. Un inmenso monolito de piedra caliza se perfila a lo lejos coronado por un edificio a todas luces inalcanzable dominando uno de los paisajes más pintorescos de la zona.
Al acercarse, la figura adquiere mayor nitidez, confirmando la primera impresión: en la cima destaca una construcción de tejado rojizo que, con toda probabilidad, debería tratarse de una iglesia.
Estamos frente al Pilar Katskhi, una roca que se eleva 40 metros y sobre la que se encuentra uno de los templos más aislados del mundo. Llegar hasta sus pies ha obligado a hacer una caminata de 20 minutos, pero la postal ha valido la pena.
La construcción recuerda vagamente a Meteora, los monasterios griegos suspendidos en el aire en la llanura de Tesalia, aunque su acceso se nos antoja todavía más intrincado.
Mil preguntas sobre sus orígenes, el por qué de su construcción, el cómo fue erigida, cómo lograban llegar hasta lo más alto, o su uso a lo largo de la historia se arremolinan en la mente de quien los observa. Sin embargo, no todas ellas tienen respuesta.
Una construcción milenaria
Los orígenes del Pilar Katskhi, denominado el «pilar de la vida» por los lugareños, siempre han estado rodeados de un halo de misterio.
Hasta 1944, cuando una expedición escaló la roca con el objetivo de estudiar en profundidad el complejo -era la primera vez que alguien de fuera de la localidad subía a lo más alto-, existían muchas dudas sobre su antigüedad.
Sin embargo, tras analizarlo a fondo, los expertos determinaron que fue construido entre los siglos IX y X. Los primeros habitantes fueron monjes estilitas -religiosos que vivían dedicados a la oración y a la penitencia en lugares apartados y solitarios-, y se instalaron en él entre los siglos X y XI.
El complejo consta de dos partes: la base y la cima. En la base del pilar permanece en pie una pequeña capilla -la iglesia del estilita Simeón- todavía en uso, que atesora una serie de frescos y un altar, junto al que los fieles pueden rezar.
A poca distancia del templo, fuera del alcance del público, se encuentra un pequeño monasterio ocupado por un reducido grupo de monjes. Son ellos quienes a diario ascienden los 40 metros que los separan de la cima por una escalerita de metal atornillada a la roca. Están al cuidado de la iglesia y su propósito no es otro que el de acercarse a Dios y orar.
Son los únicos que pueden hacerlo. Una orden del patriarca y líder espiritual de la Iglesia ortodoxa de Georgia limita completamente el acceso al Pilar de Katskhi, excluyendo a cualquier laico y más aún si se trata de una mujer. La prohibición no es nueva: nunca en la historia una mujer ha subido a lo alto, un veto que se practica en otros templos de zonas montañosas de Georgia.
La cima permanece sin ocupantes fijos desde 2015. El último morador fue Maxime Qavtaradze, un fraile que vivió en soledad durante 20 años con el propósito de expiar los pecados de su pasado y rezar.
Fue él quien construyó la iglesia actual, con ayuda de algunos vecinos, ya que a su llegada solo encontró las ruinas de un templo antiguo, tres celdas, una cámara funeraria, una bodega y un pequeño muro exterior.
Los primeros indicios de la religiosidad del complejo, considerado uno de los más sagrados del mundo, es una cruz del siglo VI grabada en la roca que todavía se aprecia en la actualidad. Está situada en el primer nivel del pilar, en un lugar todavía accesible por el público, por lo que, junto a ella, se ha habilitado un área para la oración.
No es previsible que en los próximos años el Pilar Katskhi experimente grandes cambios, más allá de algunos trabajos de mantenimiento y de habilitar un punto de interpretación para visitantes. No se incluye en los circuitos turísticos internacionales, no tiene rutas de acceso, y la lejanía de las ciudades más importantes del país convierten el viaje hasta aquí en un periplo algo dificultoso.
Llegar a la zona desde Tiflis -la capital- o desde Batum -la segunda ciudad de Georgia- es toda una aventura, por lo que todo apunta a que lejos de convertirse en un enclave turístico, el Pilar Katskhi continuará siendo un rincón reservado exclusivamente a viajeros intrépidos.
Fuente Externa.
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