El Parlamento le otorgó el estatus al río Whanganui tras un reclamo de los maoríes.
Durante más de 160 años, la tribu maorí estuvo peleando por un derecho que para ella resultaba fundamental en su cultura y sociedad. En 2017, luego de mucho tiempo de lucha, la tribu consiguió que la corte de Nueva Zelanda otorgue el estatus de persona jurídica al río Whanganui.
El Parlamento ha aprobado una ley que combina los precedentes legales en Occidente con el misticismo maorí. La iniciativa es pionera en el mundo. El curso del agua tiene derechos y deberes jurídicos, y es representado en un tribunal por un delegado del Estado y otro de la minoría whanganui.
El río Whanganui es el tercero más largo de Nueva Zelanda, tiene una longitud de 290 kilómetros y corre en su totalidad en la región de Manawatu-Wanganui en el sur de la Isla Norte. Es el más largo navegable de ese país.
¿Por qué es tan importante para la tribu?
Daniel Hikuroa, científico de sistemas de la Tierra en la Universidad de Auckland explicó: “Los humanos existen en una relación basada en el parentesco con ‘Te Taiao’ (la tierra, el universo y todo lo que hay dentro de él) y ‘whakapapa’ es el principio central que ordena el mundo maorí».
Y detalla: «Los maoríes nos vemos a nosotros mismos como descendientes directos de nuestra madre tierra y nuestro padre cielo y, en consecuencia, no solo «de la tierra» sino «como la tierra».
«Dentro de este marco, el agua y las vías fluviales son parientes antiguos, ancianos venerados y nosotros extraemos nuestra identidad de la tierra y el agua”, agregó.
Otra opinión calificada para hablar de este tema es la del diputado Adrian Rurawhe, quien representa a los maoríes en el parlamento neozelandés: “Desde el punto de vista de los Whanganui, el bienestar del río está directamente vinculado al bienestar del pueblo, por lo tanto es realmente importante ser reconocido con una identidad propia».
Esta declaración fue recopilada con el conocido dicho maorí: «Yo soy el río y el río soy yo».
En la práctica, tener los mismos derechos que sus habitantes significa que el río goza de algunos cuidados especiales y un muy estricto control en todas sus costas. Esta atención personalizada la llevan a cabo guardianes designados que defienden al río las 24 horas del día, siendo este un trabajo remunerado por el gobierno de Nueva Zelanda.
A través del turismo, las comunidades indígenas logran educar a los viajeros sobre las amenazas medioambientales en sus territorios, este hito representa al derecho maorí un antes y un después en su evolución histórica.
Quiénes son los maoríes
Nueva Zelanda -uno de los extremos de la gran área de Polinesia- estaba habitada antes de la llegada de los europeos por pueblos maoríes que, según la tradición, se establecieron allí en sucesivas migraciones iniciadas hacia el siglo X y concluidas en el siglo XIV procedentes de la Polinesia oriental.
Estas comunidades tuvieron que adaptar su economía y su vida social a las nuevas condiciones ambientales. La tribu creó una cultura original. Los maoríes son considerados una raza fuerte y de caza, además de llevar su idioma nativo a todos los neozelandeses.
Una de las costumbres que perdura hasta hoy es la danza del haka, mundialmente conocida por ser practicada por el seleccionado de rugby All Blacks antes de disputar algún partido. Este baile se ejecuta en ceremonias de recepción a visitantes extranjeros, aunque en el pasado era el grito de guerra de las tribus en el campo de batalla.
Las figuras típicas del haka son gritos y golpes rítmicos que deben intimidar al adversario e infunden valor al guerrero maorí.
En Nueva Zelanda, el enfrentamiento entre el gobierno y la comunidad maorí comenzó por Te Urewera, un terreno de 821 millas cuadradas en la Isla Norte, que desde 1954 y hasta 2014 gozó de la calidad de parque nacional. Con la expedición de la Ley Te Urewera, la zona obtuvo personalidad jurídica con todos los derechos, poderes, deberes y responsabilidades de una persona legal.
Alegría por la vida
Miles de representantes de la comunidad maorí celebraron frente al parlamento neozelandés la sanción de la ley (2017), que les permitió validar una lucha que llevaban desde 1870.
«La razón por la que hemos tomado este enfoque es porque consideramos al río como un antepasado y siempre lo hemos hecho así», le dijo al diario The Guardian, Gerrad Albert, el principal negociador por parte de los Whanganui.
El acuerdo incluyó US$55 millones en compensación, US$21 millones para un fondo para mejorar la salud del río y US$700.000 para establecer el marco jurídico del río.
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