El monitoreo, que se hace desde 2010, muestra que trabajo y estudio ya no se consideran en los primeros puestos.
“En unos de mis primeros trabajos cumplía horario de shopping. Los sábados trabajaba 10 horas y tenía un solo franco en la semana. Me perdía cumpleaños y encuentros familiares. A pesar de estar en blanco, terminé renunciando cuando empecé a estudiar”, cuenta Ivanna Kaplan (29), estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación.
“Hoy, priorizo tener breaks personales para hacer lo que realmente quiero como practicar deportes y visitar a mi sobrino de dos años. Este miércoles corté el trabajo antes de tiempo para ir a ver a mi mamá a coro y hacerla feliz. Antes era imposible de hacer, pero la modalidad híbrida me lo permite”, agrega Ivanna, que también es técnica en Periodismo y trabaja como creadora de contenidos en una agencia de desarrollo web y gestión de redes.
Su experiencia ratifica un fenómeno generacional. Para los jóvenes, tanto centennials (18 a 23) como millennials (24 a 30) y generación Y (30 a 35), la familia sigue siendo el aspecto más valorado y el trabajo representa un medio antes que un fin.
Así lo convalida el estudio “Expectativas de la vida personal, familiar y laboral de las nuevas generaciones”, realizado por el Centro Conciliación Familia y Empresa del IAE Business School en colaboración con InterMedia Consulting de Roma, Italia.
Según la investigación, para el 96% de los encuestados la familia es lo más importante, mientras que el 88% prioriza a los amigos y el 87%, el tiempo libre. En la post pandemia, el trabajo y el estudio ya no están en el podio de las tres principales elecciones.
Asimismo, el 93% de los encuestados destaca los beneficios del buen clima laboral y considera relevante contar con políticas empresariales que faciliten horarios más flexibles y la posibilidad de integrar vida personal, familiar y laboral.
Impulsada cada 4 años desde el 2010, la encuesta online y anónima abarca las respuestas de 670 estudiantes, profesionales y trabajadores de entre 18 y 35 años de todo el país. El informe logró detectar sus potenciales dilemas futuros y conocer sus expectativas, bajo un contexto afectado por el Covid-19, para crear un entorno de trabajo compatible con sus demandas y motivaciones.
Primer eslabón de prioridades: la familia
“Los vínculos afectivos son importantes para los jóvenes, sobre todo para quienes pasaron menos tiempo con sus padres o recibieron una educación estricta y distante. Por eso, se plantean no repetir este modelo al que percibieron como un estilo de crianza inadecuado”, comienza señalando Patricia Debeljuh, directora del Centro Conciliación Familia y Empresa IAE Business School de la Universidad Austral.
Y sigue: “Valoran más la posibilidad de estar con sus seres queridos y están dispuestos a bajar el ritmo de trabajo cuando necesiten dedicarles espacio a sus hijos. Incluso, podrían sacrificar el desarrollo profesional para cuidar a sus padres porque la vulnerabilidad y la limitación humana que vivieron durante la cuarentena hicieron que repensaran sus prioridades y descubrieran el valor del cuidado«.
La profesional que lideró la investigación también plantea que los jóvenes están en una constante actitud reflexiva, dispuestos a reinventarse y a realizar ajustes para sentir que tienen una vida plena, rodeados de sus afectos.
Reynaldo Rivera es profesor de Sociología y Marketing de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral y también participó en la elaboración del estudio. “A pesar de las diferencias entre las generaciones y las distintas definiciones que puedan tener del concepto ‘familia’, contar con un grupo primario de relaciones íntimas, estables y de contención es una expectativa común en todos los jóvenes”, puntualiza.
Otros resultados
¿Cómo sería la “empresa perfecta” para trabajar? “Donde se respeten los conocimientos y el tiempo personal de los empleados», «Donde los logros y el esfuerzo sean reconocidos», «Donde haya posibilidad de crecimiento y lugar para la creatividad», son algunas de las tantas respuestas anónimas.
Otro de los hallazgos más relevantes es que el trabajo ya no es una de las principales prioridades para los jóvenes encuestados. ¿Por qué? “Las nuevas generaciones valoran el descanso, la diversión y el tiempo libre para relajarse del estrés y evitan trabajos rutinarios y monótonos. Los domina el corto plazo porque experimentaron que los sucesos, la información y la tecnología caducan al poco tiempo”, explica Debeljuh.
Y contempla: “El trabajo queda relegado en sus vidas porque priorizan otras cosas y se vinculan con el mundo laboral de una manera diferente a las generaciones anteriores. Por lo general, no se proyectan trabajando de por vida para una misma empresa. Prefieren tener experiencias laborales en diferentes sectores, tienen inquietudes de seguir formándose y exigen flexibilidad horaria para poder organizarse según sus preferencias”.
Así lo experimenta Ivanna, quien en cuatro años trabajó como profesora de inglés en dos institutos, generó contenido de forma independiente para la red de una estética y escribió notas para una agencia de marketing.
“El promedio está en cambiar de trabajo cada dos años porque uno busca crecer. Si siente que no ascendió de puesto ni gana lo suficiente como esperaba o no hay buen clima laboral empieza a pensar en irse a otro lugar”, le dice a Clarín.
En cambio, Rivera sostiene que el trabajo no deja de aparecer como uno de los aspectos más importantes en la vida de las nuevas generaciones porque «son capaces de tener una visión multidimensional de la vida”, opina.
Pensar en emigrar del país
Otro punto es que los centennials más que las otras generaciones están pensando en emigrar para buscar nuevas alternativas.
Tomás Costa (18) se ve desarrollando su futuro profesional en otro país. Prioriza a su familia aunque reconoce que, a veces, hay obligaciones imposibles de eludir más allá de un compromiso afectivo.
“Una de las cosas que visualizo para mi futuro es poder emigrar a Europa o a Nueva Zelanda porque acá es difícil progresar económicamente. Pero, primero busco adquirir una buena base de estudio”, manifiesta.
Nicole Kubiczek (22) trabaja como recepcionista en el área de ventas en un salón de eventos. “Todo en la vida es cuestión de equilibrio. Hay que trabajar para lograr nuestras metas y estudiar para concretarlas, pero el bienestar familiar encabeza siempre el ranking. Con la pandemia tomamos más conciencia sobre la salud y por eso resulta fundamental contar con un buen ambiente laboral”, cuenta.
Y asegura: “Muchas veces pensé en huir por las circunstancias. No creo que esté mal el pensamiento de quienes eligen irse porque la situación es frustrante. Si en algún momento me voy, no descarto la posibilidad de volver porque amo todo acá, en mi tierra”.
Debeljuh vuelve en este punto a remarcar esa capacidad de reflexión de los jóvenes. “En un momento en el que las viejas estructuras -como el empleo de por vida- están en extinción, analizan que cada persona es responsable de dar forma a su propia trayectoria vital. De hecho, el mundo globalizado les abre posibilidades impensadas para generaciones anteriores”, asume.
“Para el 54% de los jóvenes la posibilidad de viajar es clave a la hora elegir un trabajo. Y sólo el 56% se siente feliz con lo que tiene. El 39%, especialmente centennials, se encuentra desarrollando el futuro profesional en otro país”, grafica Rivera con datos de la investigación.
Y detalla: “Hay que tener en cuenta que el 79% de la muestra tiene estudios universitarios y de posgrado por lo cual es posible que Argentina continúe perdiendo su talento humano. La razón es que las alternativas que se les ofrecen no cubren con sus expectativas”.
Perspectivas futuras
La pandemia también impulsó un replanteamiento del sentido de la vida, especialmente en la Generación Y. “Valoro el tiempo libre y el buen clima laboral. Me gustaría flexibilizar los horarios, pero en mi profesión no es posible. En educación, la carga horaria es fija y el trabajo en casa -planificar, corregir y preparar clases- sigue sin ser pago. La familia es mi hogar y refugio. Siempre busco huecos para compartir con ella”, confiesa Belén Castro (32).
“Creo que ante la precarización laboral no nos queda otra opción que bajar los estándares. El contexto social obliga a priorizar a la familia como una necesidad básica anterior al estudio. Siempre opté por priorizar un buen clima de trabajo”, concluye Cristian Palomba (26).
AS
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