Cómo detectar y salir de las denominadas relaciones tóxicas, vínculos que van más allá de los lazos de pareja.
“Es tóxico”, “el tóxico”, “la tóxica”... la supuesta toxicidad se filtró en las relaciones humanas y cada vez es más común adjetivar de esa manera tanto al vínculo como a las personas involucradas.
Pero a partir de la masividad que este término ganó a nivel popular también surgió el debate sobre una suerte de eufemismo que, detrás de esa presunta toxicidad, en realidad esconde violencia.
Hay determinadas señales, alertas, indicios que advierten sobre la necesidad de repensar o finalizar un vínculo. Y esto no sólo incluye a los sexoafectivos, sino a relaciones de todo tipo.
Silvia Congost, psicóloga experta en dependencia emocional, afirmó en su más reciente libro, Personas tóxicas. Cómo identificarlas y liberarte de los narcisistas para siempre (Editorial Diana): “Hay personas que son muy tóxicas y pueden llegar a ser muy peligrosas para quienes terminen cayendo en sus redes. Personas que te pueden llevar a cuestionarte tu propia cordura, tu propia valía, tu propia capacidad y aquello que realmente mereces, incluso tu propia vida”.
«Sabes que una persona es tóxica porque la relación con él o ella te hace sufrir», dijo Congost. Foto ilustración Shutterstock.
Identificarlas, agregó, es bastante sencillo: “Sabes que una persona es tóxica porque la relación con él o ella te hace sufrir. Ya sea porque te crea angustia, te genera inseguridades, destruye tu autoestima, te genera miedos o hace que te alejes de tu ser”.
¿Toxicidad o violencia?
Para Pablo Melicchio, psicólogo, escritor y docente, el lenguaje popular endulzó las palabras de un modo que incluso puede resultar peligroso. “Tóxico suele ser un eufemismo, un atenuante de violencia”.
“Detrás de esa adjetivación encontramos los signos habituales de las personalidades violentas. Es importante señalar que ese término tan propagado puede prestarse al equívoco y ocultar o minimizar alguna de las formas de la violencia”, reiteró.
Entre las características de estas personalidades, enumeró, figuran “la rigidez, la manipulación, la agresividad discursiva y, en los casos más graves, la violencia física”.
En este marco, añadió, hallar el disfrute es casi una misión imposible, ya que la constante es el conflicto: “Ante un vínculo tóxico es muy difícil encontrar distensión y fluidez porque se vive en un estado de alerta y de tensión permanente, se mide lo que se va a decir y hacer porque existe el temor de que se active e incremente la violencia”.
“Tóxico suele ser un eufemismo, un atenuante de violencia”, señaló Melicchio. Foto ilustración Shutterstock.
¿A cualquier costo?
Los diferentes conflictos y tipos de vínculos requieren diferentes intervenciones o abordajes. Sin embargo, algo es común en todos ellos: ninguno debería sostenerse a cualquier costo o sin condiciones.
Melicchio dijo que “los vínculos tóxicos intrafamiliares y de pareja son los más habituales” y detalló que “cuanto más íntimo es, ya sea una pareja establecida, una madre o un padre, es mucho más compleja la resolución y salir de ese circuito”.
Melicchio dijo que “los vínculos tóxicos intrafamiliares y de pareja son los más habituales”. Foto ilustración Shutterstock.
En cuanto a los vínculos familiares, el psicólogo (en Instagram, @pablomelicchio) recomendó “tomar distancia de todo familiar que resulte tóxico o violento, al menos transitoriamente”. “Los vínculos hay que elegirlos, siempre” enfatizó.
«Tóxicos»: señales de alerta y recomendaciones
¿Cómo se advierte esta supuesta toxicidad? Melicchio señaló que el camino a una posible solución comienza con el diálogo. Si esto no resulta, dijo, el paso siguiente es recurrir a un profesional, institución o área de asesoramiento ligada a esta problemática.
Mientras tanto, añadió, “siempre es importante hablar con alguien por fuera del vínculo tóxico, contar lo sentido y lo sufrido”. Cuando nada funciona, cerró, la sugerencia es alejarse, ya que “cuanta más toxicidad y cercanía, mayores secuelas”.
Amigos tóxicos
Melicchio: “Cuanta más toxicidad y cercanía, mayores secuelas”. Foto ilustración Shutterstock.
Congost clasificó a los amigos tóxicos en tres tipos:
1 – El amigo tacho de basura
“De estos hay muchos. Para ellos, tienes una clara función en su vida que, además, te la adjudican por derecho, es decir, te hacen sentir que realizar esa función es tu obligación: se trata de ser su tacho de la basura. Ese tacho en el que ellos puedan vomitar todo cuanto necesiten cuando se sientan mal. Es un tacho que pretenden tener siempre disponible y preparado para ellos por si les da ganas echar algo dentro y desahogarse”, aseguró.
2 – El amigo verborreico
“Este es un grupo parecido al anterior, pero menos tóxico, en el sentido de que su único problema es que solo habla de él y no escucha jamás, pero si lo necesitas, vendrá y tratará de ayudarte. Eso sí, el precio que deberás pagar es el de tener que aguantar su verborrea, que, por cierto, cuanto más nervioso esté, más le costará controlar”.
Y amplió: “No pueden evitarlo. Aunque no lo hagan desde una clara maldad, pueden producir un desgaste muy profundo, así que debes preguntarte si realmente te compensa o si el agotamiento que te crean es demasiado. El problema es que suelen ser perfiles que no se dan cuenta del problema que tienen. Están tan encerrados en su egocentrismo que cualquier pensamiento que les venga siempre será de este tipo, nada más. Yo-mi. Y no los sacarás de ahí”.
3 – El amigo por interés
La autora mencionó que “este también es un perfil con el que te puedes cruzar con frecuencia sin darte cuenta. Se trata de aquellas personas que se arriman a ti porque ven que tienes algo que les interesa. Muchas veces es por un hambre de éxito mal gestionado o porque quieren llegar a donde estás. Te halagan con varios tipos de artimañas bien estudiadas, te hacen sentir que te admiran y que quieren ayudarte en lo que puedan, y lo que quieren realmente es quedarse con todo aquello que te pertenece”.
Familiares tóxicos
La psicóloga experta en dependencia emocional, autoestima y relaciones tóxicas puso en evidencia que tomar distancia no siempre es una opción posible: “Es cierto que cuando algo o alguien es tóxico, lo primero que hay que hacer es alejarse para que deje de dañarte, pero cuando se trata de un familiar directo, el contacto cero se complica, o incluso muchas veces no queremos hacerlo”.
En ese marco, detalló qué pasa con dos de los parentescos más fuertes.
Congost: “Hay personas que son muy tóxicas y pueden llegar a ser muy peligrosas». Foto ilustración Shutterstock.
Madres y padres tóxicos: “En ocasiones, hay padres o madres que no aman a sus hijos. Puede que te parezca sorprendente, pero te aseguro que lo he visto en muchas ocasiones, y así es. Cuesta de asumir y de aceptar por parte del hijo que vive ese rechazo y esa falta de amor y de compasión, pero la realidad es la que es.
Hay otros casos en los que el padre o la madre maltrata al hijo. Puede que de pequeño lo maltraten a nivel físico y también psicológico, pero el maltrato físico cesa a medida que el hijo se hace adulto y el progenitor se va haciendo mayor. El que queda, a partir de ahí, es el psicológico, el más destructivo”, sentenció.
Hermanos tóxicos: Congost afirmó que “en ocasiones, los hermanos también pueden ser tóxicos… y mucho. Algunas veces es por haber recibido un trato distinto ya desde bien pequeños en el seno familiar o por haber vivido (debido a la diferencia de edad y las distintas realidades de cada momento) una experiencia muy diferente, y otras porque uno de ellos padece un trastorno de personalidad”.
La psicóloga explicó que ésta “es una forma de maltrato muy dañina, porque al ser producida por un hermano, alguien a quien consideramos un igual, que ha vivido una historia como la nuestra, en la misma familia y en las mismas circunstancias, damos por sentado que existen unos lazos afectivos indestructibles”.
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