La princesa tiene restringidos sus movimientos porque el Gobierno sospecha que está en la diana de la mafia del país
“Seré sincera: todavía lo estoy pasando muy mal. Echo de menos la vida de estudiante, pasear por la calle, entrar en una tienda sin problemas… y espero que las cosas cambien lo antes posible”. Así ha explicado este viernes Amalia de Orange, de 19 años, y heredera al trono de Países Bajos, cómo se siente por culpa de las supuestas amenazas del crimen organizado del país (la Mocro Mafia), que han obligado al Gobierno a restringir sus movimientos y reforzar las medidas de seguridad. Estas palabras, pronunciadas tras una visita oficial a los territorios holandeses en el Caribe, un viaje al que ha ido con sus padres, los reyes Guillermo y Máxima, son las primeras con las que se ha referido a su situación personal.
En octubre de 2022, el Gobierno holandés redujo drásticamente el margen de maniobra de la princesa. Desde entonces, sale para ir a la universidad, en Ámsterdam, y regresa luego al palacio Huis ten Bosch, en La Haya, la residencia oficial de la familia real. En sus declaraciones a la prensa en la isla caribeña de San Martín, la heredera al trono ha reconocido que había imaginado su vida de estudiante de otro modo. “La realidad, por desgracia, no se parece en absoluto”, ha asumido. Amalia de Orange cursa un grado de Políticas, Psicología, Derecho y Economía, es buena estudiante y se ha volcado en los libros. La joven ha asegurado que el viaje a estos territorios del Caribe, donde ha podido recuperar algo la libertad de movimientos, ha sido “maravilloso”. El periplo, de dos semanas, ha incluido los países autónomos de Aruba, San Martín y Curazao, además de los municipios especiales de Bonaire, San Eustaquio y Saba.
Las amenazas provienen de la denominada Mocro Mafia, una red criminal que opera sobre todo en Países Bajos y Bélgica, y que aprovecha los puertos de Róterdam y Amberes para infiltrarse en el tejido social hasta convertirse en una suerte de sindicato profesional. El primer ministro holandés, Mark Rutte, está también amenazado. “El vacío legal creado entre la tolerancia con el consumo de drogas blandas —que no están legalizadas— y la producción de hachís —que es ilegal— ha sido aprovechado por ciertos sectores de los bajos fondos”, explica a este periódico el criminólogo Yarin Eski.
El ministro belga de Justicia, Vicent van Quickenborne, se encuentra a su vez bajo protección especial. En 2022, los Mossos d´Esquadra y la Policía Nacional desarticularon un grupo de siete personas vinculadas a la misma red criminal, asentadas en Cataluña, la primera vez que pudo desmontarse una estructura financiera de este grupo en España.
En la entrevista concedida a los medios destacados en el Caribe, la primogénita de los soberanos holandeses ha recalcado su agradecimiento “por todo el apoyo recibido de parte de amigos y familiares, pero también desde todos los rincones de Países Bajos, y por ende, del Caribe”. El viaje ha estado marcado por la memoria del pasado colonial y su legado esclavista. Amalia ha hablado en Curazao con familiares de personas esclavizadas. “Ha sido especial porque las conversaciones eran de carácter personal. No es frecuente tener la oportunidad de sentarse con descendientes directos [de los esclavos] y escuchar las historias de sus abuelos. Es algo que me ha conmovido profundamente”, ha dicho acompañada por sus padres.
Los reyes holandeses y su hija visitaron en Curazao la antigua casa colonial Knip. En 1795, allí estalló una revuelta liderada por un esclavo llamado Tula, que fue luego ejecutado. Fue el mayor acto de resistencia organizada de las antiguas Antillas Neerlandesas. Jeanne Henriquez, directora del Museo Tula, ha dicho este viernes al rey Guillermo: “Es preciso rehabilitar la figura de un hombre que no era un desgraciado, como se deduce de los libros de historia. Fue un héroe y seguimos teniendo una mirada colonial en este punto. Tula puede inspirarnos a ser nosotros mismos y no lo que otros quieran. Para ello, es preciso conocer nuestras raíces”.
El soberano holandés no se ha pronunciado como jefe de Estado sobre el pasado esclavista de Países Bajos. El pasado 19 de diciembre, el primer ministro Rutte sí pidió perdón por primera vez en nombre del Gobierno “por el papel desempeñado en el pasado por el Estado en el comercio y explotación de seres humanos durante los 250 años de la época colonial holandesa”. A la espera de que Guillermo haga un gesto, están en marcha sendas investigaciones pedidas por él mismo. Una busca las obras coloniales en la colección privada de arte de la corona, y se esperan sus resultados para dentro de un año y medio. La otra rastrea los lazos de la Casa de Orange con la esclavitud y requerirá al menos tres años de estudios.
La reina consorte, Máxima, ha asegurado haber hecho todo lo posible para que su hija conociese estas islas caribeñas. “Ha sido una gran aventura y lo hemos pasado muy bien”. Por su parte, el rey Guillermo ha admitido que no es un experto en seguridad: “Por eso lo dejo en manos de los especialistas. Cuando me dicen que desplazarse por aquí es seguro, nos movemos, y no pienso en ello en absoluto”. En un arranque de orgullo paterno, ha subrayado que la aportación de su hija a la visita a las seis islas “ha sido fantástica”. Amalia ha recordado que sus padres conocen ya a mucha gente en esta parte del reino. “Y necesitaré muchas más visitas para pasear por aquí con su misma soltura”, ha reconocido.
Responder