Es el tercer producto de exportación que más ingresos aporta a Rusia, detrás del petróleo y el gas. ¿Por qué Europa no se atreve a castigarlo?
Las sanciones europeas a Rusia por su agresión militar contra Ucrania afectan ya, después de 10 paquetes de medidas punitivas, a casi todas las exportaciones importantes rusas. Entre otras decisiones, las empresas y gobiernos europeos dejaron de importar hidrocarburos rusos a pesar de su dependencia. Pero hasta ahora, Europa no se atrevió a poner trabas al millonario comercio de diamantes.
Las sanciones, que incluyen también medidas como la confiscación de más de 300.000 millones de dólares de activos del Banco Central ruso depositados en cuentas bancarias en el extranjero, buscan debilitar lo máximo posible la economía rusa para impedirle financiar la guerra y a la vez dañar lo menos posible la economía europea.
Ese último argumento es el que usa repetidamente el gobierno de Bélgica para impedir que el comercio de diamantes se incluya en los paquetes de sanciones. En el décimo, aprobado el viernes pasado y que coincidía con el primer aniversario de la agresión militar, tampoco entraron los diamantes.
Las apreciadas piedras son el tercer producto cuya exportación más beneficios genera a Rusia tras el petróleo y el gas y por lo tanto entra en la categoría de productos que le ayudan a financiar la guerra, pero la Comisión Europea nunca propuso su inclusión en las sanciones.
La ciudad belga de Amberes es el principal mercado de diamantes del mundo. Foto: EFE
Los argumentos de Bélgica
El gobierno belga defiende que no tendría ningún sentido económico y que dañaría a Bélgica pero no a Rusia. Explica que Moscú buscaría otros destinos para sus diamantes en bruto, de los que es el primer exportador del planeta y que lo que vendiera en el mercado de Amberes lo podría vender en otras plazas, como Tel Aviv, Mumbai, Dubai o Nueva York.
La empresa rusa Alrosa es, con la sudafricana De Beers, la mayor productora mundial de diamantes en bruto. El Estado ruso tiene dos tercios de la propiedad de Alrosa.
El gobierno belga también argumenta que Rusia no perdería nada pues buscaría otros compradores, pero Amberes dejaría de tener el destacado lugar como primer mercado mundial de diamantes y, según informes del sector diamantífero de la ciudad flamenca, el 30% de su cifra de negocio y 10.000 empleos directos. El sector del diamante supone en Bélgica 38.000 millones de euros y 1.600 empresas.
Un banco en Moscú. Las sanciones contra la economía no alcanzan a los diamantes rusos. Foto: BLOOMBERG
La paz y los diamantes
En marzo de 2022, en una conexión por video con el Parlamento belga, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski dijo: “La paz tiene más importancia que los diamantes rusos vendidos en Amberes. ¡Ayúdennos!”.
Acabado el discurso los parlamentarios aplaudieron. La parte de los diamantes no parecieron haberla escuchado excepto los neonazis del Vlaams Belang, a los que les puede el antisemitismo.
Otros países europeos (Polonia, los bálticos) piden que se incluyan los diamantes en las sanciones pero el gobierno belga alega que debe hacerse a nivel internacional, al menos a nivel del G7 o del G20. Así otros grandes mercados de diamantes aplicarían también las sanciones y Amberes no sería el único perjudicado.
La reunión del G7 del 24 de febrero, destinada a marcar el primer aniversario de la agresión militar, incluyó los diamantes en su comunicado: “Dados los significativos ingresos que Rusia obtiene de la exportación de diamantes” se estudiarán “medidas futuras que incluyan los diamantes en bruto y pulidos”. Nada concreto y ninguna fecha.
El sector, representado por el “Centro Mundial de Diamantes de Amberes” alega que los diamantes no son petróleo, que cientos de millones de euros en diamantes pueden moverse en una maleta y que incluirlos en las sanciones sólo serviría para disparar el mercado negro.
Bélgica denuncia que en Mumbai se importan diamantes brutos rusos, se pulen y se reexportan con la etiqueta “Made in India”.
Bruselas, especial
CB
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