La princesa Beatriz, reina del Holanda durante 33 años, celebra este domingo su 83º cumpleaños.
Beatriz Guillermina Armgard solo tenía diez años cuando se convirtió en la heredera al trono holandés tras la abdicación, en 1948, de la reina Guillermina en favor de la princesa Juliana y el príncipe Bernardo. Nacida un día como hoy de hace 83 años, pasó parte de su infancia en el exilio como consecuencia de la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Reino Unido y Canadá fueron algunos de sus destinos antes de regresar a casa ya sabiendo que algún día reinaría. Poco tiempo después de acabar sus estudios de Derecho en la Universidad viajó a Alemania para asistir a la boda de Tatiana de Sayn-Wittgenstein-Berleburg y el Príncipe-conde Mortiz de Hessen y Saboya. Fue allí donde conoció a Claus Von Amsberg, el diplomático alemán de quien se enamoró perdidamente y con quien decidió casarse. No fue fácil lograr la bendición de sus padres.
El novio de la llamada a ser reina holandesa tenía un pasado en las juventudes hitlerianas, lo que provocó el rechazo familiar y del pueblo holandés que se manifestó oponiéndose el romance. Fue necesaria la aprobación por parte del Parlamento convirtiendo al alemán en ciudadano holandés con el título de Nicolás de Amsberg para que los reyes aceptaran e hicieran público el compromiso de la pareja. Esto, y tres días de huelga de hambre por parte de la novia, una mujer de carácter decidida a llevar a cabo sus planes pesase a quien pesase. El 10 de marzo de 1966, el día de su boda, los holandeses se echaron a la calle. Las fachadas de algunos edificios de Ámsterdam amanecieron con pintadas de cruces gamadas en color naranja y por algunas ciudades del país corrió el eslogan “Quiero que me devuelvan mi bici” en memoria de los días de ocupación cuando los nazis confiscaron las bicicletas de los holandeses. La policía tomó la ciudad tratando de proteger la boda y a los novios. En carroza dorada llegaron, primero, al Ayuntamiento para la boda civil y después, a la iglesia de Westerkerk para la ceremonia religiosa. La novia vestía un traje diseñado por Caroline Berge-Farwick de seda y satén con cola de cinco metros de larga. Lució la tiara Wuttemberg, regalo del rey Guillermo I a su hija, la princesa Sofía, en su boda con el rey Guillermo III. Realizada con perlas únicas y diamantes con diseño de volutas y flores de lis entrelazadas, se trata de una de las grandes piezas de la importante colección de joyas de la Casa de Orange, de ahí que la princesa quisiera que se la bordaran en su vestido de novia además de tocarse con ella.
Beatriz se convirtió en reina de Holanda 14 años después, cuando ya había cumplido 42 años. 13 estaba a punto de celebrar su primogénito, el actual rey de los holandeses, que también sufriría la oposición de sus padres a su matrimonio. En este caso, con la argentina Máxima Zorreguieta, por ser hija de un ministro del dictador Videla. Beatriz, de quien se dijo que era la reina más rica de la tierra, era quien ponía más pegas al enlace de los enamorados. El príncipe Claus trató de suavizar las cosas y organizó una cena tras la que la conservadora y temperamental reina acabó aceptando el compromiso de Guillermo y Máxima. La pareja se dio el ‘sí, quiero’ en febrero de 2002, un año terrible para la reina Beatriz.
Su marido falleció en el mes de octubre a los 76 años como consecuencia de una pulmonía complicada con el Parkinson que sufría. El rechazo de sus primeros días en Alemania formaban ya parte de la historia, y el consorte de la reina murió siendo alguien muy querido y respetado por los holandeses. Dos años después, Beatriz dijo adiós a sus padres, la reina Juliana, en marzo, y Bernardo, en diciembre de 2002. El rey dejó escrito un insólito testamento confesando algunos de sus ‘pecados’, como la existencia de dos hijas ilegítimas o el cobro de más de un millón de dólares por convencer al Gobierno para que comprara varios aviones de combate a Lockheed Martin -contó que lo invirtió en el Fondo Mundial para la Naturaleza que él había fundado-.
Aún faltaban ocho años para otro de los grandes golpes en la vida de la reina. En febrero de 2012, su hijo el príncipe Friso sufrió un accidente mientras esquiaba en la localidad austríaca de Lech que lo dejó en coma. Antes de su muerte, a los 44 años en agosto de 2013, la reina Beatriz abdicó en favor de Guillermo. En su despedida de 33 años de reinado recordó al príncipe Claus: «Puede que la historia diga que mi mejor decisión fue la de escoger marido», dijo. Los tres días de huelga de hambre fueron una anécdota en su historia de amor.
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