Guía para disfrutar de dos días en la capital de Hungría. Arquitectura, historia y gastronomía.
Budapest tiene una belleza que deslumbra en todas sus facetas: cuando cae la nieve y el frío le otorga una pátina luminosa, o brillando bajo el sol que deja todos sus dorados titilantes. Durante la noche, parece iluminada desde su propia alma; de día, la vista se pierde en el río Danubio.
El condimento favorito es la paprika y está mal visto brindar con cerveza desde que los austríacos celebraron de ese modo, en 1848, el derrocamiento de la revolución húngara.
Vista de Budapest con las luces nocturnas. Foto Shutterstock
Hungría es parte de la Unión Europea, pero no usa el euro: en la práctica se lo acepta, aunque el vuelto suele darse en florines.
El nombre de la ciudad se formó cuando, en 1873, Buda y Pest se fusionaron oficialmente con Óbuda (Viejo Buda). Fue la capital gemela de la monarquía dual junto a Viena desde 1867 hasta 1918, cuando Hungría formó parte del Imperio austrohúngaro.
Desmembrada Hungría luego de la Primera Guerra Mundial, quedaría a merced del nazismo. Budapest fue intensamente bombardeada en la Segunda Guerra (hay edificios que aún conservan vestigios de esos ataques) y más tarde, en la posguerra, ocupada por las fuerzas soviéticas y parte del Bloque del Este. En 1956, una sublevación intentó liberar la ciudad, pero la reprimieron duramente. En 1989 se puso fin al comunismo.
El famoso Puente de las Cadenas. Foto Shutterstock
La arquitectura de Budapest está llena de contrastes y refleja buena parte de su intrincada historia.
Una de las decisiones a tomar es de qué lado alojarse. La experiencia es siempre fantástica.
En Buda hay muchos edificios históricos y es un lugar calmo fuera de zonas clave. Pest es el lado bohemio y vibrante, con grandes hoteles que han revalorizado antiguos palacios.
Desde Buda se ve la ribera del río con la vida urbana a pleno. Desde Pest la vista del imponente castillo de Buda es la panorámica clásica.
Sea cual fuere el lugar elegido, todo queda a mano, la noche es muy activa y no hay nada como pasear junto al río.
Primer día
9:00 Un buen desayuno para arrancar la jornada puede ser una experiencia perfecta desde una ventana que balconea a las aguas azules del Danubio.
Palacio de Gresham, Budapest. Foto Shutterstock
Parte del patrimonio histórico, el Palacio de Gresham -donde funciona el hotel Four Seasons- tiene una vista privilegiada desde su bar y brasserie Kollazs. Para empezar con un buen café rodeado de una estética art nouveau con vista al Puente de las Cadenas (Széchenyi lánchíd).
Allí bien podés iniciar tu recorrido. Es el primer puente permanente que unió ambas costas. Su construcción se inició en 1839 y fue idea del conde Esteban Széchenyi, promotor de muchas obras de la época que financió con su fortuna.
Durante la Primera Guerra Mundial se cortó la circulación, mientras que en la Segunda lo detonaron, como el resto de los puentes. Se reconstruyó en 1947. Tiene 360 metros de largo y se puede cruzar a pie o en transporte público.
Puente de las Cadenas y los leones. Foto Shutterstock
Es el emblema más popular de Budapest, junto al Castillo de Buda. El más célebre escultor húngaro, János Marschalkó, creó cuatro leones de piedra que lo enmarcan y su recorrido permite tomar las mejores imágenes de la ciudad.
11.00 Del otro lado espera el Castillo de Buda. Su construcción se debe al rey Bela IV durante el siglo XIII, aunque su impronta arquitectónica se relaciona con el rey Matías Corvino. Tampoco es un castillo propiamente dicho, sino más bien una ciudadela rodeada por murallas concéntricas.
Hay un servicio de pequeños transportes que van de la base a la cima con cuatro paradas intermedias. También un funicular que funciona desde 1870 y opera de 7.30 a 22, cada cinco minutos. Los lunes impares no funciona, salvo que sea feriado (viaje ida y vuelta, 5,65 euros). El vagón que queda más abajo es el de las mejores perspectivas.
Vista panorámica aérea del Castillo de Buda, Budapest. Foto Shutterstock
El castillo cobija la Galería Nacional Húngara (martes a domingo de 10 a 18; 1,80 euros), el Museo de Historia de Budapest (6,5 euros; martes a domingo de 10 a 18), que guarda en sus sótanos restos de la ciudadela medieval, y la Biblioteca Nacional Széchenyi. Al salir de la Galería Nacional, es imperdible la Fuente de Mátyás.
14.00 El barrio medieval mantiene sus pequeñas calles empedradas y casas de colores pastel. Es el Distrito del Castillo, ideal para perderse y caminar. Hay un mirador trasero, donde se instalaron las viviendas de los locales, que preserva un pasaje que balconea casi en paralelo al Danubio, pero hacia el valle.
Esta colina, en gran parte hueca, esconde cientos de cuevas que sirvieron de refugio y escape durante las dos grandes guerras. El Banco Nacional de Hungría utilizó este sitio para ocultar sus reservas de oro y también funcionó como hospital en la Segunda Guerra.
El Bastión de los Pescadores es una construcción neogótica y neo románica vecina al Castillo que, con siete torres, conmemora a las diferentes tribus magiares fundadoras de Hungría que se establecieron en los montes Cárpatos en el año 896. Su forma de cono reproduce los sombreros que lucían. Desde allí se pueden obtener las mejores vistas del Parlamento de Budapest, en la otra orilla.
Vale la pena perderse en una caminata entre las escalinatas y miradores. Especialmente por la calle Uri (Uri utca) o en el paseo peatonal Tóth Árpad (Tóth Árpád Sétány). De un lado tiene castaños, y en el otro, cerezos japoneses.
Iglesia de Matías. Foto Shutterstock
Conocida popularmente como Iglesia de Matías, hay que detenerse en el templo de Nuestra Señora (entrada 4,70 euros; lunes a viernes de 9 a 17, sábados y domingos de 9 a 12; atención, es habitual que cambien sin previo aviso los horarios para turistas). Es el templo católico más famoso de Budapest y está enclavado en el corazón del distrito del Castillo.
Para terminar la tarde, un té en la confitería Ruszwurm, que se autodefine como “la magia del pasado en el presente”. Fue fundada por Ferenc Schwabl en 1827.
Confitería Ruszwurm, Budapest. Foto Shutterstock
El interior de estilo biedermeier aún incluye el mostrador de madera de cerezo hecho por el maestro carpintero Krautsieder, y sirve aún hoy la torta preferida de la emperatriz Sissi: Dobos, típico postre húngaro en capas con crema de manteca de chocolate y cubierto con caramelo. Los lados están recubiertos con avellanas trituradas, castañas, nueces, o almendras (2,23 euros la porción).
Muy cerca se encuentra el monumento que más suerte da, según los magiares. Es la estatua ecuestre del húsar András Hadik, quien estaba perdidamente enamorado de María Teresa I de Austria. Ella lo consideró su mejor soldado.
17.00 La mejor forma de terminar la recorrida es en el sitio más alto de la ciudad, la Ciudadela, construida en 1854 por los Habsburgo. Se puede subir a pie, en bici o en auto. Si decide ir a pie, dos opciones: desde la salida del Puente de Isabel (Erzébet) o desde la plaza Szent Gellert.
La Ciudadela tiene una serie de miradores intermedios. En la cúspide hay un restaurante y algunos puestos estilo mercado. La cima está coronada por una fortaleza de 220 metros de largo, 60 de ancho y muros de 4 metros de altura. Adentro se puede visitar un búnker de la Segunda Guerra Mundial.
19.30 Para cenar, la opción puede ser Matild Café y Cabaret, una de las mejores e históricas cafeterías europeas (desde 1901) y parte de la historia urbana de Budapest. Además de la gastronomía clásica, este espacio que tiene algo de escenografía de The Gran Gatsby; tenía un escenario giratorio que luego de la Segunda Guerra Mundial se ocultó bajo concreto.
En tiempos de restauración de todo el complejo (que también acoge al Matild Palace Hotel, Patrimonio de la Humanidad y hotel de lujo), un lugareño que pasaba por la puerta golpeó e invitó a que levantaran el piso para localizarlo. ¡Y ahí estaba!
Los jueves por la tarde-noche, espectáculo en vivo; brunch los domingos (65 euros por persona, niños menores de 6 años, gratis).
Los colores de la bandera húngara iluminan el edificio del Parlamento en Budapest. Foto Peter Lakatos/MTI, vía Associated Press
22.00 Antes de ir a dormir, es una buena opción una caminata nocturna para apreciar las luces de la ciudad. Su marco luminoso diseña una urbe sorprendente que contrasta con la imagen diurna.
Propuesta: ir hasta el edificio del Parlamento de estilo renacentista italiano, en Kossuth Lajos tér 1-3).
A pocos pasos, se encuentra “Zapatos a orillas del Danubio”, un memorial con una larga hilera de pares de zapatos que recuerda a los judíos asesinados por el Partido de la Cruz Flechada a fines de la Segunda Guerra Mundial: los obligaban a quitarse los zapatos -considerados valiosos- y los fusilaban junto al río.
Para reponerse de estos impactantes recuerdos, y si hay ganas de estirar la noche, se puede terminar en el mismo sitio donde se comenzó la jornada, pero en una degustación diferente: Múzsa, en el Palacio de Gresham, revive los cócteles de la edad de oro de Budapest, los jueves, con música en vivo.
Segundo día
9.00 Será el día dedicado a Pest. Y arrancar la jornada en el Mercado Central (Vámház körút 1-3) siempre es una buena idea. Data de 1897 y sus tejas multicolores lo convierten en una atracción sólo por su diseño.
Mercado Central. Foto Shutterstock
Adentro se puede vivir de cerca la fuerte tradición culinaria de Budapest. Los manteles de encaje están preparados para que los compren los turistas, pero igual es un buen souvenir porque son preciosos. La páprika se vende suelta, lo mismo que el pimentón. Si aún quedan ganas de completar el desayuno, el primer piso tiene una serie de propuestas que consumen los locales.
Tres platos que hay que tener en mente, entre otros, para probar antes de dejar la ciudad: hortobágyi palacsinta (tortas rellenas de carne picada y horneadas con salsa de páprika); gulyásleves (sopa de goulash) y lángos (una masa aplastada y frita bañada con salsa de ajo, crema agria y queso rallado).
11.00 Es hora de pasear por el centro de la ciudad (Belváros, el downtown). La calle peatonal que cruza esta zona y está repleta de tiendas es Váci utca. En el número 9 actuó a los 11 años Franz Liszt, en 1823. Unas diez cuadras de paseo permiten recorrer la vida vibrante de la ciudad en todo su esplendor.
Una joyita es Derby Football Shop en Váci utca 23 (se entra en un pasillo hacia un patio interno). Te va a deslumbrar su colección.
Gerbeaud, Budapest. Foto Shutterstock
Al llegar a la Vörösmarty tér (tér es plaza en húngaro) hay que hacer una parada en Gerbeaud (Vörösmarty tér 7-8), el café más famoso de Hungría.
Su célebre café con chocolate es un clásico de Pest. En 1875, Kugler Henrik, el propietario, se convirtió en el pastelero de la corte imperial. La torta que lleva el nombre del bar se hace con Cacao Barry, nueces y damascos. Tortas compradas en el mostrador, 50% menos (4,50 euros la porción).
Allí nomás, a 200 metros, aparece la noria (8 euros por persona). Los panoramas de día y de noche parecen de dos ciudades diferentes.
La calle peatonal Zrinyi Utca en Budapest tiene algunas de las mejores vistas de la famosa Basílica de San Esteban de Hungría. Foto: Shutterstock
13.00 A pocos pasos está la Catedral, la Basílica de San Esteban (Szent István tér 1, lunes a viernes de 9 a 17; sábados de 9 a 13 y domingos de 13 a 17, 5,22 euros por persona), que también ofrece espléndidas vistas desde su cúpula (son 300 escalones).
Adentro se conserva -momificada en un ataúd- la mano derecha de San Esteban (la Santa Diestra), fundador del país en el siglo XI.
Una caminata de un cuarto de hora une la Catedral con la Gran Sinagoga de Budapest (Dohány u. 2, 8 euros por persona, visita guiada 49 euros, horarios en www.dohany-zsinagoga.hu), la segunda más grande del mundo después de la de Jerusalén.
Gran Sinagoga, Budapest. Foto Shutterstock
Se construyó entre 1854 y 1859 y tiene asientos para casi 3.000 personas. Aquí también hay un museo, un cementerio y un memorial. Durante la Segunda Guerra Mundial, alrededor de la sinagoga estaba el gueto judío.
15.30 Es momento de Andrássy út, la avenida más elegante de la “París del Este”. Un bulevar creado por el conde Gyula Andrássy, que quería que la ciudad tuviera sus propios Champs Elysées.
Mansiones neoclásicas desfilan una tras otra reconvertidas en tiendas de diseñador u hoteles de lujo.
Opera Budapest. Foto Shutterstock
La Ópera (Andrássy út 22), una construcción neorrenacentista diseñada por Miklós Ybl, fue un obsequio del emperador de Austria, rey de Hungría y rey de Bohemia Francisco José I, con la condición de que no fuera más grande que la de Viena. Tours diarios en español a las 15 y a las 16 (3,80 euros).
17.00 A cinco minutos a pie, en la estación Oktogon del metro, se encuentra el museo Terror Háza (Andrássy út 60). Fue el sitio que ocupó el cuartel general nazi durante la invasión y que, más tarde, fue sede de la policía secreta comunista.
En la estación de subte, tomar la línea M1 y descender en Vörösmarty tér (4 estaciones) para llegar a los Baños Széchenyi (Állatkerti körút 9-11, 20 euros por persona, de 6 a 22).
Baños de Szechenyi, Budapest, Hungría, Foto Shutterstock
Es una experiencia ineludible en Budapest. Hay decenas de baños que compiten en belleza, prestaciones, antigüedad.
Pero Széchenyi es un complejo de piscinas termales al que concurren turistas y locales, que van con la misma frecuencia con que nosotros tomamos un café. Construidos en 1913, son los baños medicinales más grandes de Europa. Imprescindible llevar traje de baño, toalla, ojotas y artículos de higiene.
19.30 Para terminar la jornada, el Párisi Passage Restaurant, brasserie por un lado y único bar de champán de la ciudad por otro.
El edificio fue diseñado para el barón József Brudern por Mihály Pollack, el arquitecto del Museo Nacional Húngaro. La gente comenzó a llamar a este pasaje -de algo más de 30 tiendas de lujo- Párisi Udvar (Corte de París), aunque su estilo tiene algo de miniatura de la galería Vittorio Emanuele de Milán.
Abandonado durante muchos años, volvió a la vida y es de los preferidos por los locales. Es el sitio para sentarse a ver y ser visto. Un momento (casi) ineludible en todo viaje urbano.
MINIGUÍA
Cómo llegar Aéreo ida y vuelta de Buenos Aires, desde US$ 930 con Air France – KLM, para fines de septiembre.
Del aeropuerto Ferenc Liszt al centro hay 16 km. Se puede llegar en tren (0,60 euros) hasta la estación Budapest-Nyugat o; bus 200E (0,70 euros), que termina en la estación Köbánya-Kispest. El taxi tiene precio fijo según 4 zonas.
Cómo moverse Hay una buena oferta de trenes, tranvías, colectivos y barcos. Chequeos de tickets muy frecuentes: es importante validarlos antes de subir. Los pasajes son más baratos si se compran antes de subir.
En caso de usar taxi, pedirlo; evitar tomarlo directamente en la calle. No hay Uber.
Moneda Forinto o florín húngaro: 372 florines por cada dólar.
La propina usual es del 10%. En bares y restaurantes no se deja en la mesa, ya que se considera de mala educación; debe entregarse en mano.
Qué hacer. La Isla Margarita, entre Buda y Pest, es algo así como el Central Park de la ciudad. Fue llamada la Isla de los Conejos porque era un coto de caza utilizado habitualmente por la nobleza. Hoy es el mayor pulmón de la ciudad que invita al picnic, la caminata o a recorrerla en bicicleta.
Los recorridos en barco por el Danubio (€14, sin consumición) pueden ser una opción, pero si se quiere experimentar algo bien local, los Ruin Bars son una opción. Bares escondidos dentro de los viejos edificios, que ocupan el patio central. Su ingreso es gratuito y su precio muy acomodado.
Dónde informarse budapestinfo.hu
Responder