Elegidos por sus paisajes y por preservar tradiciones culturales y productos comunitarios.
En 2022, un total de 32 pueblos de 22 países recibieron el reconocimiento, luego de ser evaluados por un consejo asesor independiente a partir de un conjunto de criterios que cubre nueve áreas, con especial foco en el compromiso con la innovación y la sostenibilidad en todas sus vertientes -económica, social y ambiental- y un desarrollo turístico en sintonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Aquí, cinco pueblos latinoamericanos que formaron parte de la lista de 32 reconocidos el año pasado por la OMT. En 2021 entre los seleccionados hubo un argentino: Caspalá, en Jujuy,
Una de las tradicionales iglesias de madera de Puqueldón, en Chiloé. Foto Shutterstock
1. Puqueldón, Chile
Es una comuna y, a la vez, una isla. La comuna de Puqueldón ocupa la isla de Lemuy, en la provincia de Chiloé, al sur del país, y la capital es la aldea de Puqueldón, en la parte norte.
En Lemuy hay tres iglesias reconocidas por su “valor universal excepcional” que forman parte de la Ruta de las Iglesias de Chiloé, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; un recorrido que une una serie de iglesias construidas por los jesuitas enteramente de madera, con una técnica similar a la de las famosas iglesias de madera nórdicas.
La Ruta de las Iglesias de Chiloé fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Foto Shutterstock
La isla también forma parte de la Red SIPAM, que reconoce el valor agroecológico con identidad cultural del archipiélago de Chiloé.
Una experiencia que se puede vivir aquí es la Ruta de la Papa Nativa, en que las campesinas enseñan técnicas del cultivo y cosecha de la papa, muy importante en Chiloé, donde se cultivan casi 300 variedades. Resulta muy interesante, por ejemplo, conocer a una “guardiana de semillas”, que resguardan verdaderos tesoros de semillas ancestrales.
También se puede contemplar la celebración de la Minga, que revive la tradición de los antiguos traslados de casas con yuntas de bueyes, tarea en la que colaboran los vecinos del lugar. Y el Rayen Pülli, para aprender técnicas artesanales con lana chilota y fibra vegetal.
Típicas casas del sur de Chile en la isla Lemuy. Foto Shutterstock
Pero el territorio de Puqueldón es además un corredor escénico de hermosos paisajes que alberga dos importantes humedales, el Urbano Costero y el de la laguna de Puqueldón.
En la isla hay una veintena de alojamientos turísticos familiares que reflejan los valores rurales y locales en los desayunos con recetas e ingredientes de la zona, la decoración de interiores y el equipamiento de las habitaciones.
Choachí, un pueblo de naturaleza y tradiciones a 50 km de Bogotá. Foto Shutterstock
2. Choachí, Colombia
A 50 km de Bogotá, este pueblo de la provincia de Cundinamarca combina de gran manera el relax y la aventura en contacto con la naturaleza.
Choachí “ha desarrollado el turismo poniendo en valor su riqueza natural, cultural y gastronómica (…) se encuentra en un proceso económico transitorio, diversificando la tradicional economía agropecuaria al incluir servicios turísticos como parte de las formas de ingreso de la comunidad”, destacó la OMS al fundamentar su elección.
Paisaje de los alrededores de Choachí. Foto Shutterstock
En el pueblo no sólo se lucen grandes paisajes rurales entre montañas, sino que también hay aguas termales, práctica de deportes extremos y la posibilidad de conocer de primera mano la historia y actualidad de antiguas comunidades indígenas.
Aquí está además la mayor cascada de Colombia: La Chorrera, de impresionantes 590 metros de alto en seis caídas, un sitio muy popular para los amantes del senderismo.
Cerca está también la cascada El Chiflón, famosa por sus aguas cristalinas, y en toda la zona hay numerosos miradores para admirar un paisaje de montañas cubiertas de verde donde, además de senderos de trekking, hay circuitos de mountain bike, observación de aves, sitios para escalada en roca, alojamientos rurales y hasta una granja de cría de colibríes.
La Chorrera, cerca de Choachí, es la mayor cascada de Colombia. Foto Shutterstock
La OMS destacó que el municipio logró proteger más de 400 hectáreas de áreas naturales, adquiriendo terrenos para la reforestación y protección del medio ambiente. Ahora, familias campesinas de la región guían recorridos por las áreas de conservación natural, arte rupestre y la visita al centro urbano.
3. Angochagua, Ecuador
En Ecuador la OMS distinguió dos zonas. Una, la selvática región de Aguarico, en el Amazonas, y la otra, Angochagua, que “mantiene vivo el patrimonio ancestral del pueblo Caranqui, con su lengua materna. el quichua, su cosmovisión, sus prácticas con plantas medicinales, la gastronomía tradicional con granos y cereales endémicos”, señaló el organismo.
El columpio de Angochagua, con vista a las sierras que rodean el pueblo. Foto Ministerio de Turismo de Ecuador
Casi 100 km al norte de Quito por la zona montañosa central del país, Angochagua desarrolla el turismo comunitario en un marco de paisajes naturales, variedad de flora y fauna, ríos, cascadas y una gran diversidad cultural.
Además, forma parte del Geoparque Mundial Imbabura, único sitio con este reconocimiento por parte la Unesco en Ecuador debido a la conservación de un territorio geológico único, con alta diversidad natural y cultural y un manejo holístico y sostenible.
El pueblo se ha preocupado por mantener su patrimonio y tradiciones culturales. Ha puesto en valor, por ejemplo, la gastronomía tradicional a través de la “Ruta del borrego asado”, con la que estimula la producción local, el uso de productos andinos y formas de preparación auténticas.
Los bordados, una artesanía ancestral en Angochagua. Foto Ministerio de Turismo de Ecuador
También rescató los bordados a mano, una tradición con más de 120 años de historia en la zona que consiste la decoración de telas con hebras de colores y diseños que se inspiran en la naturaleza.
Igualmente tradicional es la alfarería, en la elaboración de cerámica en barro para tiestos, ollas, pondos y otros utensilios basados en las formas precolombinas.
Iglesia en el pueblo de Creel, en las sierras del estado de Chihuahua, México. Foto Shutterstock
4. Creel, México
Si busca un pueblo mexicano con nieve, visite Creel en invierno , un pueblo ubicado en lo alto de la Sierra Madre Occidental, 250 km al sudoeste de la ciudad de Chihuahua, en el municipio de Bocoyna.
Bueno, no es que nieve siempre ni mucho menos sea un destino de esquí, pero por estar a 2.350 msnm, más de una vez las casas y árboles del pueblo se han teñido de blanco, y las temperaturas mínimas en invierno promedian los -2°.
El paisaje del Valle de los Hongos, cerca de Creel. Shutterstock
Lo cierto es que, con nieve o sin ella, Creel es un lugar mágico. De hecho, desde 2007 forma parte de la lista de “Pueblos Mágicos” de México, que destaca 132 destinos del país de características auténticas y únicas. Además, integra una de las “Rutas Mágicas” del Noroeste, conocida como “Mar de Cortés-Barrancas del Cobre”.
En medio de un paisaje de sierras boscosas y llamativas geoformas (como el Valle de los Hongos o el Valle de los Monjes), el lugar conserva templos y obras de arte de la época colonial y promueve experiencias de inserción en la cultura Rarámuri.
Por Creel pasa el famoso Tren del Chepe . Foto Shutterstock
Integrantes de este pueblo originario guían caminatas por senderos del Parque de Aventura Barrancas del Cobre, y los visitantes también “pueden cocinar y tejer junto con las mujeres Rarámuri”, destaca la OMS.
Creel está en la región turística “Barrancas del Cobre”, un sistema de cañones y cañadas de 30.000 km2, y es un punto clave de la ruta ferroviaria Chihuahua-Pacífico, considerada una de las rutas más escénicas del mundo: el Tren del Chepe es el tren turístico más famoso de México.
Lamas es una de las poblaciones más antiguas de la selva peruana. Foto PromPerú
5. Lamas, Perú
El sorprendente Castillo de Lamas, construido por un italiano en la parte más alta del pueblo y con una vista envidiable a las montañas que lo rodean, es una parte curiosa del patrimonio de este sorprendente pueblo de la Región San Martín, conocido como “Capital Folclórica de la Amazonía Peruana”.
A 22 kilómetros al noroeste de la ciudad de Tarapoto y fundada en 1656, Lamas es una de las ciudades más antiguas de la selvaperuana, emplazada en la cima de un cerro, a unos 1.000 msnm, con calles empinadas y terrenos distribuidos en clásicas terrazas.
El curioso Castillo de Lamas, construido en 2005 por un italiano. Foto Shutterstock
Uno de sus atractivos es el Museo Chanka y de la diversidad Lamista, que exhibe una variedad de objetos de gran valor histórico y artístico de la cultura lamista e historias diversas de la selva.
Una de las razones centrales de la elección de la OMT es ser el “único pueblo amazónico de origen andino que pretende mantener viva su cultura ancestral a través de danzas, rituales, ropa, festivales, lenguaje, arquitectura y gastronomía”.
Entre dos áreas naturales protegidas, el Parque Nacional Cordillera Azul y el Área de Conservación Regional Cordillera Escalera, Lamas ofrece naturaleza y aventura con un trekking hasta las comunidades nativas de Chunchiui y Chirikyacu por senderos que recorren las montañas amazónicas.
Un arroyo en la selva cerca de Tarapoto, Foto Shutterstock
Y turismo vivencial y comunitario en la comunidad Wayku, donde artesanos comparten sus conocimientos en cerámica, cestería, música, tejido con algodón crudo y gastronomía.
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