Un recorrido en primera persona por este destino: ¿Qué ver?
En Mesta, un pequeño pueblo en la isla de Chios, en Grecia, las calles son estrechas, las casas de piedra y hasta hay túneles por los que hay que agacharse para poder seguir con la caminata.
Allí se percibe tranquilidad y seguridad. El tiempo solo es enemigo de los turistas que llegan en combis a conocerlo en pocas horas. Los habitantes caminan a paso lento, se saludan unos a otros y dejan las puertas de sus casas abiertas de par en par.
Mientras tanto, los visitantes se apresuran para conocer la mayor cantidad de cosas y sacan fotografías en cada esquina o callejón porque no acreditan la belleza de esta localidad.
Mesta se caracteriza por sus construcciones en piedra. Foto Shutterstock.
Mesta es el pueblo medieval mejor conservado de la isla, con una arquitectura característica que se originó en el período bizantino. Está construido como una fortaleza: las casas de piedra, una al lado de la otra, forman un fuerte muro protector en el perímetro exterior y protegen el interior.
También es conocido por el tradicional evento “Agas” que se lleva a cabo todos los lunes de Ceniza. Uno de los lugareños, disfrazado de Juez Otomano, juzga a los visitantes de manera humorística.
En el centro de la localidad está la plaza, pequeña y encantadora. Bajo unos jóvenes árboles, hay varias mesas que corresponden a diferentes barcitos, donde se puede tomar algo o comer. La recomendación es no irse de este sitio sin probar el vino local y la suma, una bebida fuerte hecha en la zona que se produce destilando higos y uvas.
La plaza es el lugar ideal para tomar algo y apreciar la belleza del pueblito. Foto Shutterstock.
A pocos metros de la plaza, está la iglesia de Palaio Taxiarchis, que data del siglo XV. Se trata de uno de los templos tallados en madera más antiguos de la isla. En el interior cuelgan lujosas arañas y sorprende el contraste de su fachada exterior sencilla con la exuberante decoración.
Muchos sostienen que la iglesia es imperdible, pero nada se compara con perderse en las calles e ir descubriendo callejones con flores en su máximo esplendor, tiendas de souvenires en las que no entran más de dos personas, cruzar palabras con algunos lugareños que sacan sillas afuera de sus casas para ver pasar a los turistas o caminar por debajo de las bóvedas que crean algunos balcones.
Cómo es Chios
Nuestra parada en Mesta es breve, de tan solo un par de horas, nuestro bus se va y llegan otros, con más visitantes. Nos dirigimos a Pyrgi, otra villa medieval, pero con características totalmente diferentes. Mientras recorremos los 11 kilómetros que separan a estos pueblitos, la guía nos explica un poco sobre el lugar donde nos encontramos.
Las calles de Mesta sorprenden con callejones y bóvedas. Foto Shutterstock.
Chios es la quinta isla griega más grande (842 kilómetros cuadrados) con una costa de 213 kilómetros y una población de 54.000 habitantes. Se encuentra en el mar Egeo Nororiental y está a solo 18 km de Cesme, en Turquía, por lo que numerosos turistas -como nosotros- llegan en barco desde ese país para pasar el día.
En este momento, estamos recorriendo la zona sur de la isla que fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la producción de mastiha, una resina aromática procedente del Lentisco, un arbusto autóctono de la isla que solo crece con esas características en Chios.
Este producto, que cuenta con denominación de origen, se usa para condimentar comidas, tanto dulces como saladas, o en infusiones y bebidas. También hay chicles de mastiha y se lo llegó a considerar como el primer chicle natural del mundo antiguo.
Chios es reconocida a nivel mundial por la producción de mastiha. Foto Shutterstock.
La mastiha también es famosa por sus propiedades medicinales. Se usa para dolores de panza y para mejorar la higiene bucal gracias a sus propiedades antiinflamatorias y antibacterianas. También se hacen cremas para el cuerpo ya que ayuda con afecciones de la piel.
De un lado y del otro del camino podemos ver los famosos arbustos que tan importantes son para este lugar y nos detenemos en uno para ver cómo es la producción. Al tronco se le hacen pequeños cortes. La savia que sale cae en la tierra y con el pasar de los días se solidifica, ahí es cuando los productores la colectan. Un árbol promedio produce alrededor de 150 a 200 gramos de mastiha al año.
Llegamos a Pyrgi
Se trata de otra villa medieval, pero totalmente diferente a la anterior. Esta también es famosa por su estilo arquitectónico, pero las piedras no son las protagonistas.
Acá la fachada de las casas son blancas y negras con decoraciones geométricas, cuanto más diseños haya, más importante es la propiedad. El estilo se llama «xysta». Los artesanos dibujan el patrón y van tallando a mano, sobre una base de cal, el dibujo elegido.
Así lucen las casas decoradas con el estilo xysta. Foto Shutterstock.
Mientras caminamos por el “pueblo pintado”, como se lo conoce, y admiramos las casas, que son como obras de arte, notamos dos detalles característicos: afuera de muchas casas, en la pared, cuelgan tomates que los dejan ahí para que se sequen, y lo más llamativo, varias puertas tienen la llave puesta del lado de afuera.
La guía explica que la mayoría de las personas que viven en Pyrgi son personas mayores, entonces dejan la llave del lado de afuera por si llegan a necesitar ayuda. De más está decir que es una localidad sumamente segura.
En Pyrgi se pueden visitar el templo de Agioi Apostoloi, un monumento bizantino construido en el siglo XIV, la iglesia dedicada a la Dormición de la Virgen María construida en 1694, el Templo de Taxiarchis que data de 1680 y el Monasterio de Agios Georgios del siglo XIX. Todos están en perfectas condiciones.
El diseño está hecho a mano y cuanto más dibujos posea una construcción, más importante se la considera. Foto Shutterstock.
Sin embargo, lo que más sorprende de todas estas construcciones son las fachadas divertidas y alucinantes hechas a mano.
Después de caminar por las calles, tomar varias fotos y probar caramelos y chicles de mastiha, nos despedimos de esta isla griega en la playa, con un chapuzón en las transparentes aguas del mar Egeo, para luego emprender nuestra vuelta hacia tierras turcas y continuar descubriendo otros destinos.