En las últimas semanas, los superyates han aparecido en los titulares por las razones equivocadas, a medida que cada vez más embarcaciones vinculadas a los oligarcas rusos son incautados temporalmente.
Algunos de los superyates más grandes y caros del mundo, como el Sailing Yacht A, valuado en más de US$ 500 millones, y el yate Amore Vero, valuado en US$ 120 millones, languidecen en puertos y astilleros después de que Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea impusieran sanciones a Rusia como parte de una campaña de presión exterior por la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin.
«Nos estamos uniendo a nuestros aliados europeos para encontrar e incautar sus yates, sus departamentos de lujo, sus jets privados», dijo el presidente de EE.UU. Joe Biden en su discurso sobre el estado de la Unión a principios de este mes. «Iremos tras sus ganancias mal habidas».
En las semanas transcurridas desde entonces, Axioma, un superyate vinculado a otro multimillonario ruso, ha sido detenido por las autoridades de Gibraltar, mientras que un grupo de marineros ucranianos fue visto intentando bloquear un yate vinculado al multimillonario propietario de clubes de fútbol Roman Abramovich mientras atracaba en Turquía a principios de esta semana.
Las Maldivas también se han convertido en un «refugio seguro» para los yates que corren el riesgo de ser incautados, y los datos del sitio de rastreo de embarcaciones en vivo Marine Traffic indican que algunas embarcaciones conocidas están en camino a la nación insular del océano Índico, o ya están allí.
Dudas de los compradores
Este repentino giro de los acontecimientos ha supuesto un duro golpe para el sector de los superyates, que ha estado en auge durante los dos últimos años, con una demanda que se ha disparado más que nunca.
Las cifras del Libro de Pedidos Global de Boat International indicaban que el número de embarcaciones en producción o bajo pedido en todo el mundo alcanzó un nuevo récord a finales de 2021.
Sin embargo, hay informes de que la producción de una serie de superyates que se están construyendo para los rusos en astilleros con sede en Europa se ha pausado, ya que los buques ahora se encuentran bajo las nuevas sanciones del G7 y la Unión Europea que prohíben la exportación de artículos de lujo a Rusia.
«Hemos tenido un par de años geniales en la industria», dice la estratega del negocio del lujo internacional Alice C. I’Anson Widdows a CNN Travel. «La demanda ha superado a la oferta. Y de repente se nos para la producción a mitad de camino».
Las circunstancias también parecen tener un impacto en las ventas, al menos a corto plazo.
Raphael Sauleau, director ejecutivo de Fraser Yachts, dice que ha notado cierta indecisión entre los compradores con sede en Europa en las últimas semanas, pero lo atribuye a la incertidumbre sobre el desarrollo de los acontecimientos en Ucrania más que a las sanciones en sí.
«En general, algunos compradores, especialmente los de Europa, están un poco indecisos», dice Sauleau a CNN Travel.
«Pero eso no tiene nada que ver con las sanciones que estamos viendo en todo el mundo, es más una cuestión de que quieren esperar a ver cómo evoluciona el conflicto antes de comprometerse a comprar un yate».
Aunque se calcula que los superyates de propiedad rusa solo representan entre el 7 y el 10% de la flota mundial, suelen ser los más destacados debido a su tamaño.
«Por supuesto, estos yates y sus propietarios ocupan los titulares porque suelen ser los más grandes del sector», añade Saleau.
«Por ahora, la demanda de yates y de navegación a vela que tanto hemos visto aumentar en todo el mundo en los dos últimos años sigue siendo muy frecuente».
El agente de yates privados Denis Suka, que dirige la popular cuenta de Instagram centrada en los yates de lujo @theyachtmogul, dice que ha dejado de publicar sobre superyates propiedad de rusos por completo debido a la respuesta hostil que han recibido desde que se introdujeron las sanciones.
Aumento de los controles aduanero
«Los yates más atractivos para nuestro público eran los grandes yates rusos», dice. «Pero todo eso ha dado un vuelco por lo que está pasando. Ya nadie quiere verlos».
Suka dice que también ha notado un descenso en las ventas durante el último mes, ya que los compradores se enfrentan a la inquietud que ha provocado el conflicto en Ucrania.
«Las ventas han ido cayendo», añade Suka. «Creo que incluso las mayores corredurías se ven afectadas por lo que está ocurriendo. Estoy viendo mucho impacto en el sector. Todo el mundo está preocupado ahora mismo».
Además del impacto en las ventas, la agitación ha provocado otros cambios, admite Saleau, como un aparente aumento de los controles a bordo de los barcos por parte de las aduanas locales, sobre todo en Europa.
«Si la embarcación no es propiedad de una persona incluida en la lista de sanciones, el yate puede circular libremente», explica. «Pero hemos registrado un aumento de los controles en Europa”.
«Puede ser una tensión para la tripulación, porque obviamente los tripulantes de los yates son internacionales. Así que puede ser estresante para ellos pasar por esta situación”.
«Nuestros equipos están haciendo todo lo posible para apoyar y orientar a la tripulación de cualquiera de nuestros yates o personas afectadas por la situación actual».
Se cree que los propietarios suelen gastar al menos el 10% del precio de compra en el costo anual de mantenimiento y funcionamiento de sus yates.
Según la calculadora de costos en línea de Luxury Yacht Group, es probable que los salarios anuales de los trabajadores a bordo de un yate de 45,7 metros de eslora alcancen los US$ 860.850.
Sin embargo, la incautación de algunos de los mayores yates del mundo ha hecho que los miembros de la tripulación se encuentren de repente sin trabajo, y sin dinero en algunos casos.
«Se trata de una industria de 30.000 millones de euros al año, que proporciona miles de empleos», afirma Widdows, que cuenta con 25 años de experiencia en el negocio de los superyates.
«Es importante entender que cada yate es un negocio que genera ingresos, que sostiene una industria de empresas y familias».
También señala que muchos de los trabajadores y proveedores de los yates que están sujetos a las sanciones no son de Rusia.
«Muchos ahora quedaron en el medio», añade. «Hay historias de tripulaciones que no han podido cobrar. Ahora, todo el mundo está interesado en que las cosas sigan funcionando y en la producción y en que la gente mantenga sus empleos».
La discreción de los propietarios
El estallido de la guerra también ha provocado un aumento de los precios. En Estados Unidos, los precios de la gasolina casi se han duplicado en las últimas semanas, mientras que en Europa, donde los precios ya eran relativamente altos, también se han producido subidas.
«Hay gente que se queja de llenar el tanque de su auto», dice Suka. «Pero llenar el de un megayate, eso sí que es para preocuparse. El precio se ha duplicado».
El costo de los materiales también se ha disparado en algunas partes del mundo, con artículos como el aluminio, con el que se construyen ahora varios superyates, que ha alcanzado un nivel récord como consecuencia del conflicto.
Además, está el elemento de la privacidad. La propiedad de un yate puede ser muy difícil de determinar, sobre todo si el propietario quiere evitar que se revele su identidad.
«Si el propietario efectivo quiere hacerlo difícil, puede ser muy complicado averiguar quién es el verdadero dueño», explica a CNN Benjamin Maltby, experto en derecho de los superyates, por correo electrónico.
«Casi todos los grandes yates son propiedad de empresas, ya que son fuentes de responsabilidad que los propietarios prefieren delegar».
Sin embargo, este nivel de secretismo está resultando ahora más problemático, ya que los clientes están empezando a hacer más preguntas sobre los antecedentes de los yates que contratan.
«A veces, vemos que algunos fletadores quieren saber quién es el propietario del barco, o viceversa», explica Sauleau. «Los propietarios quieren saber quién va a subir a su barco durante el verano”.
«Así que es un nuevo giro de los acontecimientos por el que tenemos que ser muy, muy cuidadosos al realizar nuestra debida diligencia en todos los frentes».
Sin embargo, señala que varios superyates vinculados a Rusia son de propiedad privada y no están disponibles para alquiler.
En cuanto a los superyates que ya han sido incautados, no está claro durante cuánto tiempo serán retenidos, ni en qué estado estarán si o cuando sean liberados.
Maltby subraya que no es habitual que varios yates queden fuera de servicio de esta manera, y señala que en las raras ocasiones en que se retiene un yate, es más bien una medida para obligar al propietario a proporcionar una garantía financiera a una parte que reclama contra él.
Situación sin precedentes
«La situación actual no tiene precedentes», dice Maltby a CNN, antes de explicar que, aunque las autoridades «pueden llevar a cabo un mantenimiento básico» de los yates, es probable que consideren las embarcaciones como activos y se preocupen menos por su mantenimiento.
«Sin un mantenimiento intensivo, los yates pueden deteriorarse rápidamente, especialmente si se dejan en el agua, lo que permite que la corrosión galvánica erosione las piezas metálicas clave», añade.
«Con respecto al largo plazo, la venta de los yates parece ser la opción más popular dentro del sector de los superyates».
En cuanto a los yates inacabados encargados por los rusos actualmente en producción, ya hay informes de que compradores no rusos han hecho ofertas para tomar el control de los proyectos.
«Creo que los yates en construcción serán adquiridos por otros actores, porque los propietarios rusos ya no pueden poseerlos», afirma Widdows.
«Ese es el mayor impacto que registraremos en los próximos dos meses, porque si los barcos no pueden ser entregados, eso es un verdadero dolor de cabeza para el sector».
Sauleau señala que la avalancha de historias recientes sobre superyates «embargados» no ha hecho maravillas para la imagen de un sector que en los últimos tiempos se ha beneficiado de una cobertura más positiva.
«La navegación es mucho más que tratarse de megayates o, como está en las noticias en este momento, de oligarcas rusos», dice, tras subrayar que cualquier publicidad negativa «es obviamente muy, muy menor comparada con los terribles acontecimientos en Ucrania».
Aunque Widdows también es consciente del daño que la controversia puede haber causado a la reputación del sector, se siente alentada por la forma en que la comunidad náutica se ha unido para ayudar a los afectados por el conflicto.
Según Yachties United, un sitio web que ofrece apoyo social, refugio y donaciones a los miembros de tripulación necesitados, hay más de 600 miembros de yates ucranianos con familias en Ucrania.
«El sector se basa en la fuerza de las relaciones y en su capacidad para responder rápidamente en una crisis», dice Widdows.
«Hay varias iniciativas, desde Palma e incluso Mónaco, con todas las empresas náuticas unidas para apoyar los esfuerzos y proporcionar atención médica, alimentos y vestimenta para Ucrania”.
«El viernes salió un camión desde Antibes [en Francia] con alimentos y suministros médicos, y todo eso se generó desde el negocio de los yates».
Aunque es imposible predecir cómo evolucionará la situación en Ucrania, es ciertamente posible que se añadan más rusos ricos a las listas de sanciones, lo que significa que podrían congelarse aún más yates. Si esto continúa, los efectos se sentirán sin duda en todo el mundo.
«Las sanciones para los residentes rusos son muy fuertes, especialmente en Europa», admite Sauleau. «Así que esto puede tener un impacto en el mercado de ventas y posiblemente en el mercado de chárter en el futuro».
Pero Sauleau sostiene que la demanda sigue siendo alta en general, señalando que los compradores estadounidenses parecen ser menos indecisos que los residentes de Europa.
«Todavía no hemos visto esa [indecisión] en Estados Unidos».
En 2020, los compradores estadounidenses y canadienses representaron conjuntamente el 24% de todas las ventas de yates de nueva construcción de más de 40 metros a compradores cuya nacionalidad se conocía, según datos de la plataforma de inteligencia SuperYacht Times iQ.
Tiempos difíciles
«Creo que en este momento estamos esperando a ver qué va a pasar», añade Sauleau. «Una posibilidad es que haya cierta reticencia por parte de los chárter estadounidenses a venir a Europa este verano».
Si esto resulta ser así, sin duda causará problemas al mercado europeo, que aún se está recuperando del impacto de la pandemia mundial, y que probablemente se verá afectado por la pérdida de ingresos de aquellos yates que fueron incautados o están fuera de servicio.
«Esta industria sostiene muchos medios de vida en todo el Mediterráneo occidental y en algunos de los sitios vacacionales», dice Widdows.
«Sé que se vieron afectados durante la pandemia. Así que si no obtienen los ingresos que suelen obtener durante la temporada de verano, esto afectará su sustento».
«Y si tienen otra temporada en la que no reciben los barcos usuales, ¿qué efecto tendrá en su balance?».
Aunque Suka se ha centrado en el mercado estadounidense en los últimos meses, admite que le preocupan las implicaciones para el mercado europeo de la navegación si la situación se prolonga hasta el verano.
«Cuanto más dure, peor será», dice. «Son tiempos bastante difíciles».
Aunque sigue sin estar claro si la situación actual en Ucrania, junto con las sanciones, tendrá efectos graves a largo plazo para el sector, actualmente hay un gran optimismo sobre el futuro.
«Recibimos solicitudes de chárter de todo el mundo y la gente sigue queriendo navegar», afirma Sauleau. «Así que creo que es algo que aún está por ver si realmente afecta a nuestro sector en mayor medida».
«Evidentemente, ha supuesto un gran estrés para la gente de nuestro sector, pero tal y como están las cosas, el negocio sigue adelante».
Widdows comparte este sentimiento, reconociendo que el mundo de la navegación ha afrontado muchos retos difíciles en el pasado, incluida la pandemia mundial más reciente, y ha salido fortalecido.
«Dependiendo de cómo evolucione la situación, el sector náutico tiene recursos. Es resiliente y se recuperará», añade.
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