Son drogas que fueron pensadas para una finalidad y se terminaron usando para otra. Cómo se dio en cada caso.
Buscar un efecto y conseguir otro o apuntar a un tratamiento y descubrir, en el camino, algo mejor. La ciencia cuenta con varios de esos ¨bloopers¨, intentos fallidos (o no) que derivaron en terapias alternativas. Un ejemplo de esto es el hallazgo del sildenafil, más conocido como viagra, que surgió con un fin diferente al actual. No es el único.
La famosa pastilla azul se creó como hipotensor, es decir, para intentar controlar la hipertensión arterial. Sin embargo, en los ensayos clínicos realizados para demostrar su eficacia en la reducción de los niveles de presión se confirmó que no resultaba tan útil para ese fin y que, en su lugar, servía para tratar la disfunción eréctil.
De controlar la presión a la caída del pelo
Minoxidil en loción. Foto: Shutterstock.
“El minoxidil también se diseñó para regular la presión y, al igual que el viagra, terminó usándose para otra cosa. Hace 30 años se llegó a vender como hipotensor pero luego se descubrió que era mucho más útil para evitar la caída del cabello, aplicado en forma tópica”, le cuenta a Clarín el médico infectólogo Eduardo López.
Otro fármaco popular para prevenir y tratar la caída del pelo es el finasteride, que “en su etapa inicial se investigó para casos de hiperplasia benigna de próstata (agrandamiento de la glándula prostática)”, detalla la médica Jimena Worcel, especialista en psiquiatría.
La aspirina para prevenir infartos
La aspirina, de la migraña a la prevención de infartos. Foto: Shutterstock.
También se podría incluir en esta lista al ácido acetilsalicílico o aspirina, que se creó para tratar la migraña o el dolor de cabeza. Si bien hasta hoy, en muchos casos, se lo consume con ese objetivo, se añadió otro uso mucho más relevante. Ahora se sabe que “sirve para prevenir un tercio de los infartos”. “Evita que los elementos plaquetarios se unan y así no se forman trombos (coágulos de sangre) en las arterias”, destaca López.
Medicamentos contra el cáncer y el HIV
La molécula gemcitabina es otra de las que mutó hacia un lugar impensado. “Se investigó originalmente como antiviral para tratar ciertos tipos de infecciones virales sin obtenerse buenos resultados y, varios años más tarde, se la reposicionó como una droga para quimioterapia en combinación con otras moléculas. Por esta razón, su acción terapéutica hoy está asociada a combatir algunos tipos de cáncer”, comparte Worcel.
En cambio, el AZT o Zidovudina, que se estudió como terapia contra el cáncer, “terminó convirtiéndose en el primer antirretroviral para el VIH. En los ´80 fue aprobado con esa intención y en tiempo récord por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA)”, agrega Worcel sobre su incorporación el 20 de marzo de 1987.
Tratamiento para las arrugas
El bótox, de terapia contra movimientos involuntarios a la estética. Foto: Lucía Merle
El bótox o la toxina botulínica hizo un recorrido diferente. Se desarrolló como terapia para abordar casos de movimientos involuntarios. Sin embargo, con el tiempo, se masificó su uso de la mano de los tratamientos estéticos y comenzó a administrarse para reducir o eliminar arrugas.
Fármacos antitabaco y para tratar el dolor
Francisco Dadic, toxicólogo y especialista en medicina interna, suma al bupropion como otro medicamento que sufrió modificaciones de este estilo. “Se trata de un antidepresivo que ahora es indicado en terapias para dejar el tabaco, ya que ayudaría a disminuir el deseo de fumar”, precisa.
En esta misma línea, menciona a la pregabalina, un anticonvulsivo que actualmente se administra para el tratamiento del dolor y, en algunos casos, para las adicciones.
El bupoprion, de antidepresivo a terapia contra el tabajo. Foto: Shutterstock.
A su vez, Dadic destaca la atorvastatina, que fue pensada para disminuir el colesterol en sangre aunque se utiliza también como antiagregante plaquetario para prevenir accidentes cerebrovasculares. «Se suele recetar en casos de personas que ya cuentan con antecedentes de ACV», aclara el toxicólogo.
Cambio de uso según cómo se administra
En tanto, se refiere a medicamentos que, según la vía de administración, ofrecen distintas acciones terapéuticas. Esto sucede, por ejemplo, con la lidocaína.
«En un principio, se descubrió su efecto como anestésico local mediante su aplicación en gel. Con los años, se empezó a indicar como antiarrítmico para las arritmias ventriculares, siempre que se administre en forma endovenosa», comenta el especialista.
Similar es lo que ocurre con la hioscina, que al consumirse en forma oral se utiliza como antiespasmódico, pero en forma subcutánea contribuye a disminuir el nivel de secreciones (de flema y saliva) en pacientes oncológicos con enfermedades pulmonares.
Como último ejemplo, habla de los efectos de la adrenalina. «Se aplica en forma endovenosa para estimular la acción del corazón y revertir un paro cardiorrespiratorio. Inyectado de manera subcutánea se utiliza frente a un shock anafiláctico en casos de alergias severas», cierra Dadic.
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