Eran su debilidad. Recibió el primero a los 7 años y, en sus 70 como monarca, fueron tan protagonistas como ella.
Hay quienes dicen que fueron tan protagonistas como ella. Siempre se mostraban a su lado y hasta se «colaron» en varias fotos reales. Se trata de los corgis, los perros que acompañaron a Isabel II en su largo reinado y que eran su debilidad desde pequeña. Este jueves, los canes se quedaron sin dueña y muchos se preguntan quién se hará cargo de ellos.
Todo comenzó cuando Isabel tenía apenas 7 años y se enamoró de Dookie, su primera corgi. Lo había convencido a su padre. Por aquel entonces, Jorge, duque de York, no era siquiera el heredero de la Corona y la familia vivía una vida tranquila y acomodada en una casa del centro de Londres.
La familia ya tenía varios perros, incluidos labradores y un spaniel, pero Isabel y la pequeña Margarita, su hermana cuatro años menor, se habían encaprichado del corgi de un vecino que parecía mucho más divertido que sus propios canes.
Jorge no pudo negarse a la petición de sus hijas y en 1933 encargó a un criador que llevase a tres cachorros a su domicilio en el 145 Picadilly de Londres para quedarse con uno. Ese día quedó marcado a fuego. La mayoría de los más de 30 perros que la monarca tuvo en su vida fueron de la raza autóctona corgi galés de Pembroke.
El primer perro corgi llegó a la familia en 1933.
En la actualidad, no está claro a ciencia cierta cuántos canes tenía Isabel pero al menos cuatro aparecieron en escena durante el último tiempo: dos corgis, Muick y Sandy; un cocker spaniel, Lissy; y Candy, un dorgi (híbrido de perro salchicha y corgi cuya origen se atribuye precisamente a la reina).
Tras el fallecimiento de Isabel el jueves pasado, la comunidad de dueños de corgis en el Reino Unido siente que se quedaron sin la gran madrina de sus animales.
Kay Hogg, secretaria en Escocia de la Liga de Corgis de Gales, fue categórica. Dijo que, con el deceso de la monarca, «se perdió una parte de nuestro mundo».
Isabel pasea con uno de sus animales favoritos. Foto: AP
Una foto de octubre de 1969, la Reina se muestra con sus perros Corgis tras pasar unas vacaciones en el Castillo de Balmoral, residencia en la que murió el jueves a los 96 años AFP)
En declaraciones a la agencia local PA, Hogg recordó que «allá donde iba la reina, había siempre corgis», una raza que calificó de «pequeños perros con grandes personalidades».
Sin su ama, la hipótesis más extendida ahora entre los expertos en la casa de Windsor es que el cuidado de los perros recaerá en sus hijos, con el príncipe Andrés -el tercer hijo y el segundo varón de Isabel- como principal candidato a heredar alguno de los canes.
Carlos, hijo mayor y actual sucesor de su madre, se convirtió hace poco junto a su esposa Camilla en dueños de dos jack terrier, rescatados de un refugio.
Los corgis de Isabel
La reina Isabel posó con sus perros favoritos para tapa de la revista Vanity Fair.
Puede que la devoción de Isabel II por los animales tuviese que ver con su timidez y un carácter más bien introvertido, como recordó una prima de su marido Felipe, Pamela Hicks, la cual sugirió que la monarca prefería la compañía de los animales a la de los humanos.
«La reina es una persona muy privada. Ansía estar en una habitación sin nadie más. Los perros, los caballos, su marido… Tiene poco amigos, y si tuviese que elegir entre los perros, los caballos y los amigos, no hay duda sobre qué escogería«, apuntó Hicks.
Fuentes cercanas detallaron que los corgis fueron un pilar fundamental para atravesar los momentos de angustia por la muerte de su marido y también por la situación mundial tan complicada debido a la crisis que provocó el coronavirus.
Por las reglas familiares tan rígidas de tiempos pasados, Isabel tuvo que esperar a cumplir 18 años para tener su propio corgi. Justo ese día, le regalaron a Susan. Tal fue su fanatismo que hasta la llevó a su luna de miel con el príncipe Felipe, en 1947. Muchos de las mascotas que la acompañaron posteriormente fueron descendientes de Susan.
Uno de ellos fue Willow, uno de los perros que estuvo junto a ella durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012.
La reina Isabel llevó a su amada perra Susan, a su luna de miel.
Hasta Lady Di -primera esposa de Carlos- contó en algún momento que las mascotas seguían a la reina a todas partes. La acompañaban a sus habitaciones privadas en Windsor y ella los alimentaba, muchas veces con un tenedor y cuchara que un asistente traía en bandeja.
Además, los perros dormían en una habitación únicamente para mascotas ubicada dentro Palacio de Buckingham y bajo la vigilancia de dos cuidadores especializados.
Los canes gozaban de una vida tan cuidada como con la de su fallecida ama. Los cocineros de la realeza preparaban con esmero su menú. Darren McGrady, un ex chef que trabajó con la monarca durante quince años, declaró que uno de sus primeros trabajos fue preparar la comida de los corgi.
Contó que a las mascotas monárquicas les servían preparados muy específicos, elaborados día a día, con alimentos frescos y a base de carne cortada en trozos tan pequeños como resultara posible para que no quedara ningún hueso con el que pudieran atragantarse.
Con todo su protagonismo en la corona, los corgis se volvieron un boom en Reino Unido. Y más aun cuando Netflix los retrató junto a Isabel II en la exitosa serie “The Crown”, que narra su reinado.
Desde que se emitió la primera temporada en 2017, las inscripciones de cachorros de corgis no dejaron de aumentar y casi se duplicaron entre 2017 y 2020, según el Kennel club, la mayor organización británica dedicada a la salud de los perros, que en 2018 consiguió sacarlos de la lista de razas caninas en peligro de extinción.
Con información de Agencias
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