La estadounidense tuvo que luchar contra la depresión luego de la tragedia que golpeó a su familia en 2003, cuando ya era 1 del mundo.
Serena Williams se retiró del tenis en el US Open, un hito no solo para su carrera sino para el deporte a nivel mundial, la despedida de una atleta irrepetible que cosechó 23 Grand Slams, 4 medallas de oro olímpicas y casi 100 millones de dólares en premios. Pero para llegar a esta noche histórica en Flushing Meadows, la estadounidense tuvo que atravesar otras fechas que marcaron su camino. Y una en especial.
Es 27 de enero del año 2007 y Serena Williams acaba de pasar por arriba a María Sharapova en la final del Abierto de Australia: apenas una hora y tres minutos necesitó la estadounidense para deshacerse de la rusa con un contundente 6-1 y 6-2. Era su octavo título de Grand Slam, el tercero en Melbourne, para un total de 27 en su cuenta personal, con apenas 25 años.
En la ceremonia de premiación, tras hacer parte del éxito logrado a su familia, felicitar a su rival y agradecer a los main sponsors, todo ello con un tono alegre y simpático, cerró el discurso con un mensaje cargado de emotividad, como pocas veces a lo largo de sus más de 25 años de carrera.
«Sobre todo, me gustaría dedicar esta victoria a mi hermana, que no está aquí. Su nombre es Yetunde. La amaba tanto. Hace algunos días dije ‘si ganó esto, será para ella’. Muchas gracias, Tunde», expresó, al borde del llanto, entre los aplausos que caían en la Rod Laver Arena.
Junto a Venus, las Williams escribieron algunas de las páginas más gloriosas en la historia del tenis femenino y, gran parte de su éxito, vino gracias a la tozudez de su padre, quien planificó cada paso en la carrera tenística de sus hijas, incluso antes de que ellas nacieran, y las impulsó hacia la cima del deporte.
Richard Williams anhelaba sacar a su familia de Compton, el suburbio marcado por la delincuencia donde vivían, en Los Ángeles, y se hizo cargo, junto a su esposa, de criar también a las tres hermanastras de Venus y Serena, cuyo padre biológico había fallecido.
Logró su objetivo, pero parcialmente, ya que Yetunde, la mayor de las cinco, estaba muy apegada al barrio y terminó encontrando la muerte luego de una disputa entre bandas callejeras. Según se confirmó posteriormente, la joven de 31 años fue asesinada de un disparo en la cabeza proveniente de una AK-47.
La bala iba dirigida para su pareja, Rolland Wormley, mientras ambos se encontraban juntos a bordo de una camioneta. Ocurrió el 14 de septiembre de 2003, exactamente tres meses después de que la número uno del mundo, de apenas 21 años, venciera a su hermana en la final de Wimbledon.
En diálogo con Los Ángeles Times, Wormley buscó desligarse del crimen de su novia al decir que «solo éramos transeúntes inocentes», pero luego se supo que tenía vínculos con las pandillas de la zona y que gozaba de libertad condicional tras haber sido acusado de protagonizar un asalto a mano armada.
La última imagen pública de Serena Williams junto a su hermana Yetunde. AP/Jerome T. Nakagawa.
Este caso conmovió al mundo y marcó a fuego, no solamente la carrera tenística, sino la vida de una jovencísima Serena Williams, que se vio obligada a tener que afrontar un hecho trágico que parecía ser del pasado, pero que atormentaba su presente. La tristeza, impotencia y sensación de injusticia la abordaban.
«Recibí una llamada a las tres de la mañana, así que ahora siempre tengo el teléfono encendido y si alguien me llama tarde me da mucho miedo. Si viene un amigo, siempre estoy pensando que algo malo va a pasar», recordó años más tarde en una entrevista con el periódico The Sun. «Nunca lo hablé con nadie, ni siquiera con mi madre, pero hice terapia porque sufría depresión. Era muy cercana a mi hermana. Fue realmente muy duro para mi», añadió.
El asesino, Robert Edward Maxfield, fue sentenciado a 15 años de prisión por el juez de la Corte Superior del Condado de Los Ángeles, Steven Suzukawa. Sin embargo, en 2018, tres años antes del final de su condena, lo liberaron por buena conducta, lo que removió horrorosos recuerdos del pasado.
Según contó la propia Serena, se enteró de la noticia por Instagram a escasos minutos de debutar en el torneo de San José frente a la británica Johanna Konta. Casualidad o no, aquella fue la peor derrota de su carrera sin contar retiros: 6-1 y 6-0 en 51 minutos. «No podía quitármelo de la cabeza», reconoció.
«Fue duro porque todo en lo que podía pensar era en sus hijos y lo que significan para mí. Lo mucho que los quiero. Pase lo que pase, mi hermana no va a volver por buen comportamiento. Es injusto que no vuelva a tener la oportunidad de abrazarla», agregó.
En 2016, Venus y Serena Williams volvieron al lugar de sus inicios. AP/Jae C. Hong.
El homenaje
Más allá del clima de inseguridad que rodeó a la crianza de las hermanas Williams en Compton, ellas recordaban su infancia con una sonrisa y asumían con naturalidad el entorno en el que les tocó crecer. Nunca quisieron ocultar su pasado. Nunca hasta ese fatídico 14 de septiembre de 2003.
La cuadra 1100 del East Greenleaf Boulevard, apenas a algunos metros de donde empuñaron por primera vez una raqueta y empezaron a construir una carrera que las convertiría en leyendas del tenis, fue la misma donde se produjo la balacera que acabó con la vida de su hermana mayor, que solía ir a verlas entrenar. Por eso, las sensaciones estaban encontradas.
Pasaron largos años, pero finalmente volvieron al lugar de sus inicios. En 2016, abrieron un centro comunitario para ayudar a personas víctimas de violencia y lo bautizaron con el nombre de la fallecida. «Definitivamente queríamos honrar la memoria de Yetunde porque era una gran hermana. Era nuestra hermana mayor y, obviamente, significaba mucho para nosotras», dijo Serena en el acto de inauguración.
Además, aquel mismo año participaron de una ceremonia en la que se puso el nombre de ambas al complejo de canchas de tenis Leuders Parks, donde comenzaron de niñas a entrenarse con su padre. «Realmente nos emociona estar aquí», expresó la campeona de 23 Grand Slam. «Llegar nos trajo muchos recuerdos. Nos gustaría ver que más campeonas surjan de estas canchas», agregó.
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