Se tienen que cometer muchos errores para que una relación así de consolidada se acabe. Pero el rapero está obsesionado con uno en concreto.
Era un secreto a voces y el pasado viernes por fin se confirmó: Kim Kardashian y Kanye West se divorcian. La que durante años fue una de las parejas más poderosas y mediáticas del mundo ponía fin a su relación de manera oficial justo en el momento en el que la socialité, después de pensárselo mucho, presentaba en el juzgado los papeles para solicitar su separación. Lo hizo además sin avisar previamente al rapero, que se enteró por la prensa de la noticia y que desde entonces no para de dar vueltas a todo lo que hizo mal para que las cosas hayan acabado así.
Así se lo han confirmado a People fuentes cercanas al rapero que aseguran que desde entonces Kanye no ha parado de escribir a sus amigos más cercanos para desahogarse. “Está en el momento de procesar lo ocurrido. Lo único de lo que habla es de que si hubiera hecho aquello y no hubiera hecho lo otro todavía estarían juntos”, aseguran sus amistades.
Por supuesto, son muchos los errores que se tienen que cometer antes de que una relación tan solida se rompa. Aunque para Kanye está claro cuál ha sido el principal detonante de su divorcio: su fallida carrera presidencial durante las pasadas elecciones en Estados Unidos. Y no porque las perdiera, que era algo con el que toda la familia contaba; sino por la cantidad de información personal que hizo pública para ganarse el favor de sus electores.
Especialmente lo que contó sobre su mujer en un mitin que ofreció en Carolina del Sur el 19 de Julio frente a un reducido grupo de asistentes. Un discurso en el que West acabó llorando tras afirmar que que cuando Kim se quedó embarazada de su hija North en 2012, él le pidió que abortara. Derecho de las mujeres que, por cierto, él pretendía eliminar si finalmente llegaba a la Casa Blanca.
“Incluso si mi mujer quiere divorciarse después de lo que voy a contar, me queda el consuelo de saber que trajo a North a este mundo a pesar de que yo no quería. Ella se plantó y protegió a esa niña”, reveló Kanye aquel día dejando en shock a su mujer, que ya estaba bastante enfadada con él después de que el artista hubiera arremetido contra miembros de su familia en Twitter. Especialmente contra su madre Kris Jenner, a la que acusó de haberle intentado secuestrar.
En un primer momento Kim justificó el comportamiento de Kanye explicando que estaba teniendo una crisis mental. El rapero, bipolar diagnosticado desde hace años, llegó incluso a emitir un comunicado pidiendo perdón. Pero ni por esas abandonó su sueño de convertirse en presidente, quebradero de cabeza para su familia a la que intentaba calmar comprándoles carísimos regalos como el holograma de su padre fallecido con el que sorprendió a Kim en su cumpleaños.
Una estrategia completamente fallida si tenemos en cuenta que antes de las elecciones la pareja se separó, quedándose Kim a vivir con sus hijos en California mientras Kanye se refugiaba en su rancho de Wyoming. Hasta allí viajo incluso la mayor de las Kardashian para intentar arreglar su relación, pero todo quedó en agua de borrajas pese a que incluso convenció a su marido de que se fueran de vacaciones juntos a la República Dominicana.
Pero el daño ya estaba hecho y el rapero no parecía entrar en razón. Así, después de varios parches, y después de que Kanye perdiera las elecciones de manera estrepitosa, Kim tomó la decisión de tomarse un descanso para ver si las cosas se calmaban. Para sorpresa de nadie, no lo hicieron. Ni siquiera pasaron las navidades juntos.
Comenzó ahí el periodo de reflexión de Kim, que finalmente aceptó que su matrimonio no tenía solución y contrató a la abogada Laura Wasser para que le ayudara a planear su divorcio. Una empresa nada fácil ya que ambos comparten no solo cuatro hijos, sino una fortuna valorada en miles de millones de dólares.
En cualquier caso, parece que la historia tendrá un final más o menos feliz. Y no porque Kim vaya a retirar su demanda de divorcio, sino porque se confirma que la pareja ha llegado a un acuerdo para que la separación sea lo más amistosa posible. Sobre todo en lo relacionado con sus hijos, de los que habrían acordado ya compartir la custodia de manera equitativa, que no es poco.
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