La monarca, que falleció a los 96 años, se mantuvo activa hasta sus últimos días. Expertos hablan del envejecimiento de los argentinos.
La Reina Isabel II murió este jueves a los 96 años y la noticia marcó la grieta del interés en Argentina. Entre un contundente «¿y a mí qué me importa?» y un deseo (¿irrefrenable?) de consumir todo tipo de información sobre este velorio royal.
De un lado y del otro, la edad de la soberana -que estuvo 70 años en el trono, más que cualquier monarca británico-, también trajo algo de consenso. Lo bien que llegó a su edad. Por ser reina y a pesar de ser reina.
El ex primer ministro británico Boris Johnson dijo que la vio «radiante» dos días antes, en su último acto público, mientras que la fotógrafa del evento dijo que estaba «frágil, pero de buen humor».
Ni en sus últimas horas, en el castillo escocés de Balmoral, se la trató como lo que finalmente fue: una mortal nonagenaria.
Con el debate del buen vivir con nueve décadas coronado en las tendencias de Twitter gracias a memes de Mirtha Legrand, especialistas en genética, gerontología y sociología explican a Clarín cuántos argentinos llegan (y cómo) asoplar tantas velitas.
¿En Argentina envejecemos como un país de Latinoamérica o como uno de Europa? Y ya con Carlos III, el príncipe más longevo en convertirse en rey, a los 73 años, que tiene la vara demasiado alta en expectativa de vida heredada, ¿cuál es el secreto de la longevidad?
«Si hablamos del porcentaje de personas mayores de 90 a 95 años que fallecen acá por distintas patologías o bien por la propia vejez, estamos en un número muy, muy similar a lo de los países desarrollados«, detalla Miguel Angel Acanfora, especialista en gerontología y geriatría.
Isabel fue la monarca que más años reinó en el Reino Unido. Foto ANSA
Él habla de mortalidad en la franja etaria a la que pertenecía Lilibet. ¿Por qué? «Nuestro sistema de salud es bastante bueno (la connotación es por el sector público, que es gratuito) y estamos con modelos de prevención, programas de vacunación, de medicina preventiva. Si bien no se hace con todo lo que tendría que hacerse, estamos más o menos iguales«, insiste.
Las tasas de longevidad más altas están en Italia, Australia, Suiza y Andorra, con 83 años, y encabeza Japón, con 84. Pero la última edición del Índice de Desarrollo Humano (IDH), que acaba de publicar la ONU, revela que el descenso es generalizado: más del 90% de los países del planeta, ricos y pobres, experimentaron en la pandemia un retroceso en sus indicadores de esperanza de vida.
Con los resultados del Censo 2022 se va a poder actualizar la nuestra. A mediados de 2021 acá era de 71,9 años para los varones y 78,1 años para las mujeres. Entre 2008 y 2010, último trienio del que el INDEC tiene registro, era de 72,08 años para los varones y de 78,81para las mujeres.
Según las proyecciones para este año elaboradas a partir del Censo 2010, hoy serían más de 1,3 millones los argentinos mayores de 80 años: 677.000 con entre 80 y 84 años, 387.000 tendrían entre 85 y 89, 181.000 entre 90 y 94 años, 58.000 entre 95 y 99, y 12.000 tendrían 100 años o más.
¿Cuando un país está envejecido? En general se toma el porcentaje de la población con más de 65 años y se supone que lo está si pasa el 7% con esa edad o más. En 2020 los varones representaron el 9% de los mayores de 65 y las mujeres el 13,3%. Se espera que para el 2030 los varones estén en 11,2% y las mujeres en 15,1%. Siempre desde los 65.
«Entre los de 80 años o más, en 1970 eran 0,8% los varones y 1,2% las mujeres. En 2020 fueron 1,9% ellos y ellas alcanzaron el 3,6% de la población. En 10 años se espera que sean el 2,5% y el 4,5% respectivamente», sectoriza Victoria Mazzeo, doctora en Ciencias Sociales y titular de la materia de Demografía Social en la carrera de Sociología de la UBA.
Reafirma que nuestra mortalidad es similar a los países europeos con respecto a poblaciones envejecidas. Y que Argentina está entre los tres más envejecidos de Latinoamérica.
«El envejecimiento acá en 2020 fue 11,4%, para ambos sexos, similar al de Uruguay, donde fue apenas mayor (15,1%), y al de Chile (12,2%). Esto hace que las tasas de mortalidad bruta, que son las que están más afectadas por las estructuras de edades, sean más altas. Pero no significa que la mortalidad de esos grupos etarios sea más alta con respecto al resto del mundo. Está dentro de los parámetros«, marca.
Con sus nietos. En una foto de 2016. Foto AFP
Las mujeres suben las cifras de muertes en las edades más avanzadas porque tienen mayor peso de población anciana. «Es la feminización del envejecimiento», dice Mazzeo. Viven más que los hombres. ¿Cuánto más? Entre 6 y 8 años más.
En 2020 las muertes fueron 96.258 entre personas de 85 años y más, 33.712 varones y 61.862 mujeres. Las tasas fueron de 187 varones y 146 mujeres por cada 1.000 personas de ese grupo.
¿La edad está en los genes?
¿Cuánto influye la genética y cuánto el estilo de vida para encontrar la llave hacia la longevidad? «En promedio, la genética en un 50%, aproximadamente, y el resto depende del ambiente en el que estuvimos y estamos expuestos. Incluyendo el estilo de vida, la alimentación, el estrés nutricional, térmico (estar bajo temperaturas extremas)», dice Fabián Norry, especialista en biologia-genética del CONICET.
«La longevidad es muy maleable, depende del ambiente (que puede ser manipulado) y de la genética. Si la dieta de una persona es muy pobre en calorías, es un estrés. Si ese estrés de dieta pobre en calorías es muy alto, disminuye la longevidad. Pero si es leve, puede llegar a ser un beneficio, aumentando la longevidad».
Ese fenómeno, llamado hormesis, Norry lo estudia en moscas Drosophila. Pero, aclara, vale para todos los organismos de reproducción sexual, incluyendo las personas.
Se supo que desde los cinco años la Reina comió a diario pan y mermelada -generalmente de frutilla- con un poco de manteca. ¿Una dieta muy alta en calorías no disminuye los años por vivir? «También. Sí», resume. De nuevo, todo es maleable.
La reina y el príncipe Carlos, que también es el rey británico con mayor edad en asumir el trono. Foto Archivo
Acanfora, que es director de la maestría en Gerontología Clinica de la Fundación Barceló, dice que no hay contraseña descifrable para la longevidad. Pero que hay posibilidad de dar un vuelco en la expectativa de vida personal.
«Vemos que los de 90 años que llegan regios a esa edad mejoraron sus dietas o estilos de vida. Que son extrovertidos, divertidos, sociables. Son elementos ya comprobados que bajan los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares y acompañan, si la hay, a una longevidad genética».
¿La edad está en la sociedad?
María Julieta Oddone es investigadora principal del CONICET y directora del Programa Envejecimiento y Sociedad de FLACSO. Autora de papers sobre el envejecer de Argentina, analiza en profundidad el debate tras la muerte de quien terminaría viviendo muchísimo más que su joven ex nuera, Lady Di.
«Una de las características que tiene el envejecimiento es la dificultad de medirlo a partir de la edad que se tiene. Esto tiende a homogeneizar a una población de más de 60 o 65 años que es, esencialmente, diferente. Los ‘viejos’ tienen una característica en todo el mundo, y particularmente en nuestro país, que es la diversidad«, describe.
Y regala una frase que podría ser un lindo vinilo motivacional: «La vejez es en realidad el producto de una historia biológica pero también el de una historia biográfica».
Está muy influenciada por cuestiones como el género, la etnia, el trabajo y, sobre todo, el entorno socio-económico donde se vive. «La percepción de salud de los sectores bajos es proporcionalmente más baja que la de los sectores más altos», puntúa.
Oddone investigó a la población de argentinos centenarios y notó un envejecimiento también de los vínculos.
Las familias de hoy tienen cada vez más ancestros y menos descendientes. Eso cambia la forma de envejecer. Y, dice, deben actualizarse las políticas sociales de apoyo a personas mayores.
«Habrá muchas familias que tendrán un solo hijo y eso llevará a que la responsabilidad de muchos adultos mayores recaiga en pocos jóvenes. Y los actuales jóvenes, cuando sean viejos, van a necesitar más del propio grupo generacional, también ya viejo, que del intergeneracional, más joven pero no disponible. Debe cambiarse la representación de pensar a la vejez como una carga. Hoy hay una actitud viejista y sólo el 9% de los adultos mayores necesitan cuidados especiales. Muchos pueden morir frágiles, pero tienen un alto grado de autonomía«, cierra.
¿Quiénes llegan a los 96 años o más? En nuestro país, quienes tienen una mayor contención social, mayor nivel educativo, mejores condiciones de vida y proyectos por fuera de la vida familiar, en el tiempo libre. Apenas un 20% de entre los de más de 80 años desarrolla su faceta creativa y lúdica.
La Reina Isabell II aprendió a usar Internet por su nieto, el príncipe Harry. Zoom, en pandemia, fue su último instrumento de comunicación. Por ahí hablaba con su familia todas las mañanas. Durante 70 años, en un mano a mano con los primeros ministros, acompañó el destino político del Reino Unido. La última audiencia fue 48 horas antes de su muerte.
AS
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