La Asociación Americana del Corazón evaluó y puntuó a 10 patrones alimentarios según sus beneficios para la salud cardiovascular.
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Mediterránea, vegetariana o vegana, DASH, «paleo», bajas en grasas y más: la oferta de dietas o patrones alimentarios es amplia, se adapta a los gustos y objetivos de cada persona. Si ese objetivo es cuidar la salud cardiovascular, no da todo lo mismo, según una reciente declaración científica de la American Heart Society (AHA).
La AHA (Asociación Americana del Corazón) sometió a evaluación 10 dietas populares y las calificó según el grado de adhesión a la guía dietética elaborada y promovida por esa asociación médica con base en sus beneficios comprobados para el corazón.
Los resultados, que fueron publicados en un artículo en la revista Circulation, mostraron que algunas estaban más alineadas y otras menos con las directrices de la AHA.
«La cantidad de patrones dietéticos diferentes y populares ha proliferado en los últimos años, y la cantidad de información errónea sobre ellos en las redes sociales alcanzó niveles críticos», advirtió en ese sentido Christopher Gardner, presidente del comité de redacción de la nueva declaración científica.
«El público, e incluso muchos profesionales de la salud, pueden estar confundidos con razón acerca de una alimentación saludable para el corazón, y pueden sentir que no tienen el tiempo o la capacitación para evaluar las diferentes dietas», dijo quien también está cargo de la cátedra de medicina Rehnborg Farquhar de la Universidad de Stanford (California).
Gardner manifestó su deseo de que esta nueva declaración sirva de «herramienta para que todos puedan comprender qué dietas promueven una buena salud cardiometabólica».
Guía dietética de la AHA para el corazón
La Guía dietética de la American Heart Association (que fue actualizada en noviembre de 2021) reúne características clave que debe incluir una dieta para favorecer la salud cardiometabólica.
Según la AHA, un patrón dietético que promueve la salud del corazón incluye:
. el equilibrio entre la ingesta de alimentos y calorías con actividad física a fin de mantener un peso saludable,
. la elección de una amplia variedad de frutas y verduras,
. granos integrales,
. proteínas saludables, como el pescado o los mariscos,
. lácteos bajos en grasas o sin grasas,
. cortes de carne magra,
. aceites vegetales no tropicales,
. y la limitación de consumo de carnes rojas y procesadas, sal, alcohol y alimentos procesados con azúcares añadidos.
Adherir a esas pautas contribuye a optimizar la salud metabólica general y cardiovascular y reduce el riesgo de presentar obesidad, hipertensión arterial, diabetes tipo 2, hipercolesterolemia (colesterol elevado), que amenazan la salud cardíaca e integral.
Frutas, verduras y grasas saludables, amigas del corazón. Foto Shutterstock.
10 dietas populares bajo la lupa
La nueva declaración científica es la primera en analizar en qué medida se adhieren a esas características 10 patrones alimentarios populares:
DASH: describe un patrón de alimentación similar a la dieta de enfoques dietéticos para detener la hipertensión (DASH, por sus siglas en inglés), que enfatiza las verduras, las frutas, los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos y las semillas, y los productos lácteos bajos en grasa, e incluye carnes magras y aves, pescado y no aceites tropicales. Las dietas nórdica y báltica se incluyen dentro de este patrón alimentario.
Mediterráneo: también conocida como la dieta mediterránea, este patrón limita los productos lácteos; destaca las verduras, frutas, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas, pescados grasos y aceite de oliva virgen extra; e incluye el consumo moderado de vino tinto.
Vegetariano/pescetariano: un patrón de alimentación basado en plantas que incluye pescado.
Vegetariano/Ovo/Lacto: patrones de alimentación basados en plantas que incluyen huevos (ovo-vegetariano), productos lácteos (lacto-vegetariano) o ambos (ovo-lacto-vegetariano).
Vegano: un patrón de alimentación basado en plantas que no incluye productos de origen animal.
Dietas bajas en grasas: son dietas que limitan la ingesta de grasas a menos del 30 % de las calorías totales, incluida la dieta TLC, diseñada para controlar el colesterol.
Dietas muy bajas en grasas: limitan la ingesta de grasas a menos del 10 % de las calorías totales. Muchas son veganas.
Dietas bajas en carbohidratos: limitan los carbohidratos al 30-40 % de la ingesta calórica total. Incluye a las de bajo índice glucémico.
Dieta paleolítica: también llamada «dieta paleo», excluye cereales integrales y refinados, legumbres, aceites y productos lácteos.
Dietas cetogénicas o dietas keto: también llamadas limita la ingesta de carbohidratos a menos del 10% de las calorías diarias.
Cada dieta se evaluó con respecto a las características de la guía de la AHA para un patrón de alimentación saludable para el corazón.
El único elemento que no se utilizó en la puntuación fue «comer para lograr un equilibrio energético adecuado para mantener un peso saludable», ya que en este punto influyen otros factores como el nivel de actividad física, aclararon los integrantes del comité de redacción.
A las características de las dietas se les otorgaron puntos en función de qué tan bien se alineaban sus características con las directrices de la AHA. El puntaje final que podían obtener iba de 0 a 100. De acuerdo a esos resultados, se definieron cuatro niveles de recomendación.
Los autores de la declaración científica observaron que el único elemento de la guía que formaba parte de todos los patrones dietéticos fue el de «minimizar la ingesta de alimentos y bebidas con azúcares añadidos».
Las dietas equilibradas y sostenibles a largo plazo, a la cabeza. Foto Shutterstock.
DASH, mediterránea, pescetariana y ovolactovegetariana: las 4 mejores dietas para el corazón
Nivel 1: puntaje superior a 85
Los cuatro patrones con la calificación más alta son flexibles y brindan una amplia gama de alimentos saludables para elegir.
La dieta DASH recibió una puntuación perfecta, ya que cumple con todas las pautas de la AHA.
La dieta mediterránea también estuvo entre las mejores calificadas. Dado que no aborda explícitamente la sal añadida e incluye un consumo moderado de alcohol (en lugar de evitar o limitar el alcohol), obtuvo una puntuación un poco más baja que la dieta DASH.
Asimismo, los autores destacaron que la mayoría de las características de un patrón de alimentación vegetariano se alinean con la guía dietética de la AHA.
Los planes de alimentación pescetarianos y vegetarianos que incluyen huevos, lácteos o ambos también se ubicaron en el nivel más alto de recomendación.
«Si se implementan según lo previsto, estos los patrones dietéticos son los que mejor se alinean con la guía de la Asociación Estadounidense del Corazón y pueden adaptarse para respetar las prácticas culturales, las preferencias alimentarias y los presupuestos para permitir que las personas siempre coman de esta manera, a largo plazo», dijo Gardner.
Dietas veganas y bajas en grasas
Nivel 2: puntajes 75-85
Las dietas veganas y bajas en grasas también hacen hincapié en el consumo de verduras, frutas, cereales integrales, legumbres y frutos secos, al tiempo que limitan el alcohol y los alimentos y bebidas con azúcar añadido.
«Sin embargo, las restricciones en el patrón de alimentación vegano pueden hacer que sea más difícil seguirlo a largo plazo o cuando se come fuera de casa», destaca la declaración.
Y suma que seguir un patrón de alimentación vegano puede aumentar el riesgo de déficit de vitamina B-12, lo que puede causar anomalías en los glóbulos rojos que conducen a la anemia; por lo tanto, los médicos pueden recomendar la suplementación.
Además, apunta que las dietas bajas en grasas a menudo tratan a todas las grasas por igual, mientras que la guía de la AHA sugiere reemplazar las grasas saturadas por grasas más saludables, como las monoinsaturadas y poliinsaturadas.
A su vez, advierte que las personas que siguen dietas bajas en grasas pueden terminar consumiendo en exceso fuentes de carbohidratos menos saludables, como azúcares agregados y granos refinados.
Las dietas bajas en carbohidratos pueden favorecer el déficit de fibra. Foto Shutterstock.
Dietas muy bajas en grasas y bajas en carbohidratos
Nivel 3: puntajes 55-74
Estos patrones dietéticos tienen una alineación de baja a moderada con la guía de la asociación estadounidense.
Los autores señalan que se ha demostrado que un patrón de alimentación saludable bajo en carbohidratos afecta la pérdida de peso, la presión arterial, el azúcar en la sangre y el colesterol por igual en comparación con una dieta saludable baja en grasas. Sin embargo, ambos patrones restringen los grupos de alimentos priorizados en la guía de la Asociación.
Las dietas muy bajas en grasas (por lo general veganas) perdieron puntos por limitar el consumo de frutos secos y de aceites vegetales saludables (no tropicales). Este patrón de alimentación también puede provocar deficiencias de vitamina B-12, ácidos grasos esenciales y proteínas, lo que favorece la anemia y debilidad muscular, indicaron.
En tanto, las dietas bajas en carbohidratos restringen las frutas (debido al contenido de azúcar), los cereales y las legumbres.
«Al restringir los carbohidratos, sus adeptos tienden a disminuir el consumo de fibra mientras aumentan el consumo de grasas saturadas (de carnes y alimentos de origen animal), los cuales contradicen la orientación de la Asociación.»
La declaración sugiere que «aflojar» las restricciones en grupos de alimentos como frutas, granos integrales, legumbres y semillas puede ayudar a las personas a mantener un patrón de alimentación más bajo en carbohidratos, lo que contribuye a la salud del corazón a largo plazo.
Las dietas ricas en carnes procesadas, grasas saturadas y sodio, enemigas del corazón. Foto Shutterstock.
Las peores dietas para el corazón: paleo y cetogénicas
Nivel 4: puntuaciones inferiores a 55
Estos dos patrones de alimentación, que se usan con frecuencia para perder peso, se alinean mal con la guía dietética de la AHA, advierte la declaración.
Son dietas que promueven el consumo de altos niveles de grasas saturadas y bajos niveles de fibra (al restringir la ingesta de frutas y granos integrales), pautas que se relacionan con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
En estudios de hasta 6 meses de duración, se ha demostrado mejoras en el peso corporal y el azúcar en la sangre con estas dietas. Sin embargo, después de un año, la mayoría de las mejoras no fueron diferentes de los resultados de una dieta menos restrictiva.
«Son patrones muy restrictivos y difíciles de seguir para la mayoría de las personas a largo plazo. Si bien es probable que haya beneficios a corto plazo y una pérdida de peso sustancial, no son sostenibles. Una dieta que sea eficaz para ayudar a una persona a mantener los objetivos de pérdida de peso, desde una perspectiva práctica, debe ser sostenible», enfatizó Gardner.
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