Reyes, emperatrices y emperadores, presidentes, primeros ministros, príncipes y padres e hijos enemistados dieron presente.
Reyes, emperatrices y emperadores, presidentes, primeros ministros, príncipes, padres e hijos enemistados, amigos y enemigos, en la imponente Abadía de Westminster para el funeral de la reina. Una pesadilla protocolar para el Foreign Office y sus funcionarios.
Proceden de Europa, África y Asia, de América y Australia. Con la excepción del presidente Joe Biden y Jill su esposa, más Emmanuel Macron y los miembros del G7, los demás llegaron en un democrático ómnibus, que salió del venerable Chelsea Hospital, donde viven los pensionistas veteranos de guerra.
Pero la más exigente de las reuniones fue cuando el rey Carlos III y la reina consorte invitaron a todos en la noche del domingo al palacio de Buckingham. Un verdadero terreno minado diplomáticamente .
El presidente de Irlanda compartió ómnibus con los ex reyes de España. Los actuales reyes de España, Felipe VI y Letizia, cuyas relaciones con su predecesor son más que tensas, compartieron el bus con el rey y la reina de Suecia.
El rey Felipe y don Juan Carlos de Borbón, padre e hijo, se evitaron toda la noche.
Juan Carlos de Borbón y la ex reina Sofía entran a Westminster. Foto: Reuters
Tragos y canapés
Las naciones amigas y las menos amigas se reunieron con tragos y canapés en Buckingham. El Palacio fue sede de una de las reuniones más grandes de jefes de estado en la historia, y esperaban evitar disputas diplomáticas en el proceso.
A la fiesta asistieron entre 200 y 250 jefes de Estado y altos dignatarios, junto a sus cónyuges y parejas, que Carlos III recibió antes del funeral de su madre.
También hubo controversia «doméstica», en medio de informes de que el duque y la duquesa de Sussex (Harry y Meghan) no habían sido «invitados», porque no son miembros de la realeza que trabaja. Fueron des-invitados.
La coreografía sobre la lista más amplia de invitados fue tal que en la noche del domingo el Ministerio de Asuntos Exteriores todavía se negaba a publicar una lista de los asistentes.
El problema clave del protocolo era que los invitados podían mezclarse libremente en la reunión del Palacio de Buckingham. Cuando los líderes mundiales pueden moverse sin impedimentos, existe tanto una oportunidad diplomática como un riesgo.
Fuentes confirmaron en el último momento que uno de los invitados más polémicos no asistiría. El príncipe heredero Mohammed bin Salman de Arabia Saudita, acusado del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, fue representado en su lugar por el príncipe Turki bin Mohammed al-Saud, miembro del gabinete desde 2018.
La prometida de Khashoggi, Hatice Cengiz, dijo que su presencia “mancharía” la memoria de la reina. Sin embargo, la naturaleza religiosa del funeral también podría haber proporcionado al príncipe una cláusula de exclusión: el culto cristiano está prohibido en su reino.
El emperador de Japón y su esposa, la emperatriz Masako. Foto: Reuters
Un posible punto álgido fue la presencia del jeque Mohammed bin Rashid al-Maktoum, el gobernante de Dubai, quien se vio envuelto en casos judiciales británicos relacionados con la fuga de dos hijas y su esposa, la princesa Haya de Jordania.
Se dice que llegó al Palacio de Buckingham para ofrecer sus condolencias en calidad real. Planteó la posibilidad de una reunión con el hermano de Haya, el rey Abdullah de Jordania , quien también se esperaba que estuviera presente, junto a Rania, la reina.
La pelea española
Madrid está furiosa por la asistencia del rey emérito exiliado, Juan Carlos, que recibió una invitación personal además de la extendida a su hijo del que está distanciado, el rey Felipe, el jefe del Estado, que encabezó la delegación española con la reina Letizia.
El rey de España Felipe VI y la reina Letizia. Foto: Frank Augstein / POOL / AFP
Juan Carlos huyó de España hacia el Golfo en 2020 bajo sospecha de fraude y no ha vuelto a ver a su hijo desde entonces. Mientras que Felipe y Letizia se quedaron con el embajador español, Juan Carlos fue enviado a un hotel con su ex esposa, la reina Sofia.
No todos los invitados respetaron el carácter apolítico de la ocasión. El presidente Bolsonaro, que enfrenta una pelea por la reelección en Brasil el próximo mes, realizó el domingo un mitin improvisado en su embajada, criticando desde el balcón la ideología de género, las drogas, el aborto y a sus vecinos latinoamericanos.
El presidente Herzog, el jefe de estado en gran parte ceremonial de Israel, asistió junto con Mohammad Shtayyeh, el primer ministro palestino, quien representará al enfermo presidente Abbas.
Las relaciones entre las administraciones israelí y palestina siguen siendo frías, y el papel de Gran Bretaña en la Declaración Balfour, de un siglo de antigüedad, sigue siendo un tema delicado para los palestinos. Carlos enfureció a Israel con sus comentarios sobre su primera visita a los Territorios Ocupados en 2020, donde dijo que la libertad de los palestinos era “su mayor deseo”.
París, corresponsal
ap
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