La seguridad de la princesa Amalia de Orange se reforzó en septiembre ante la posibilidad de que estuviese en la diana del crimen organizado
La princesa Amalia de Orange, de 18 años, ya no vive en Ámsterdam, ciudad en cuya universidad estudia. “No sale prácticamente de casa”, han anunciado este jueves sus padres, los reyes Guillermo y Máxima, en Suecia, donde se encuentran en visita de Estado. La seguridad de la heredera del trono de Países Bajos fue reforzada en septiembre pasado ante la posibilidad de que estuviese en la diana del crimen organizado. La pareja reinante holandesa ha hecho unas declaraciones a la prensa en el país escandinavo señalando que la situación de su hija mayor “tiene enormes consecuencias para su vida”. Al no poder moverse con libertad, se pierde “la vida que tienen otros estudiantes; va a la universidad y ya está”. La reina consorte ha añadido que está “muy orgullosa por la forma en que Amalia lleva la situación”.
En la misma comparecencia ante la prensa, el rey Guillermo ha considerado “muy dura” la situación. “No se puede describir”, ha enfatizado. “No es agradable ver a tu hija en estas circunstancias”, ha añadido la reina, visiblemente emocionada. La prensa holandesa se ha hecho inmediatamente eco de las declaraciones de los reyes, aunque no ha habido por ahora reacción del Servicio de Información del Gobierno (RVD). El diario De Telegraaf ya apuntó en septiembre que “en mensajes encriptados del crimen organizado sobre un supuesto ataque o bien un secuestro, se hacía referencia a la princesa y al primer ministro, Mark Rutte”. En ese momento, el RVD señaló que la joven ya no vivía en el piso de Ámsterdam y la situación se estaba investigando. Después no hubo más declaraciones ni comunicados.
La princesa Amalia estudia un grado de Políticas, Psicología, Derecho y Economía en la universidad de Ámsterdam. Planeaba vivir con unas amigas en una casa alquilada por sus padres a unos amigos, y situada en la zona de los canales de la capital holandesa. No ha podido mudarse. La heredera sí que había comenzado a dejarse ver en ceremonias oficiales, y este septiembre asistió por primera vez a la apertura del Parlamento, donde el rey lee el tradicional discurso de la Corona. Además, tiene un asiento sin voto en el Consejo de Estado para aprender el funcionamiento de las instituciones nacionales; en la sede de este organismo ha participado ya en su primer banquete oficial. Para 2023, tiene previsto acompañar a sus padres en una visita oficial a Curaçao, Aruba y San Martín, en el Caribe, antiguas colonias de Países Bajos y aún parte del reino. Al conocer las declaraciones de los monarcas, el primer ministro ha señalado que las noticias “son terribles”. “Nuestros servicios de seguridad trabajan día y noche para garantizar la seguridad de la princesa”, ha agregado la ministra de Justicia, Dilan Yesilgöz.
Según De Telegraaf, las amenazas habían surgido del entorno de Ridouan Taghi, la principal figura del crimen organizado en Países Bajos. Está encerrado en una prisión de máxima seguridad situada en Vught, al sur de Países Bajos, y es sospechoso de estar involucrado al menos en una decena de asesinatos relacionados con el tráfico de drogas. En septiembre, se le prohibió tener contacto telefónico durante tres meses con los miembros de su familia que viven en el extranjero. Entre ellos, su esposa e hijos. Inez Weski, la abogada de Taghi, explicó en un comunicado que la medida se había tomado en respuesta a las informaciones aparecidas en la prensa, cuya veracidad negó. El nombre de Taghi ha surgido también en el juicio que se celebra estos días por la muerte del reportero de investigación Peter R. de Vries. En julio de 2021, De Vries fue tiroteado en el centro de Ámsterdam, y tanto uno de los sospechosos de la muerte como un testigo han mencionado a Taghi en relación con los hechos. De Vries era el confidente del testigo de cargo en el proceso contra Taghi. Su abogada niega, de nuevo, que su cliente tenga algo que ver en el caso del periodista.
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