La adicción a redes sociales como TikTok, Instagram, Facebook y Twitter impacta en el cuerpo. Opinan tres médicos.
Vamos de Twitter a Facebook. Chusmeamos Instagram. ¿Y qué habrá en TikTok? Sin darnos cuenta, estamos tanto tiempo con el celular en las manos que figuramos en el top 5 de un ranking de “adicción a las pantallas”.
Los argentinos pasamos 9 horas y 38 minutos diarios «conectados», lo que equivale a unos 147 días al año. La cifra nos posiciona como el quinto país del mundo que más tiempo utiliza dispositivos tecnológicos, detrás de Filipinas, Brasil, Colombia y Sudáfrica, según la consultora Sortlist.
¿Qué efectos produce el celular en la salud?
Esa es la pregunta obligada ante semejante exposición. Clarín se la transmitió a tres especialistas de distintas áreas para armar un «mapa» de cómo el uso del celular impacta en cada parte del cuerpo.
A modo de parámetro, imaginamos que una persona pasa tres horas continuas navegando en redes sociales. ¿Es mucho? ¿Es poco?
«En esta época tres horas parecería ser nada. La mayoría de nosotros pasamos mucho más de tres horas con diferentes dispositivos», asumió una de las entrevistadas, Betty Giselle Arteaga, jefa de baja visión del servicio de oftalmología del Hospital Italiano.
Cansancio visual y ojos «que se van»
«Cuando estamos muchas horas con un dispositivo digital se produce un síndrome de exposición a las pantallas que se manifiesta por una falta de lubricación», explica Arteaga.
«Al fijar nuestra atención parpadeamos menos. Al parpadear menos la lágrima se distribuye inadecuadamente y sentimos ardor, irritación, cansancio, visión borrosa», completa la oftalmóloga.
Este cuadro se denomina «síndrome de ojo seco» y, según la especialista, se puede tratar eventualmente con lágrimas artificiales.
Además, cuando hay un vicio de refracción (miopía, astigmatismo, presbicia) se puede presentar cansancio visual y falta de foco. Algunas personas incluso pueden sentir que se le desvía el ojo, «que se va».
Arteaga presta especial atención en las personas con una superficie ocular alterada previamente, por ejemplo, los usuarios de lentes de contacto, quienes han sufrido cirugías oculares, o los que toman medicamentos en forma crónica que pueden alterar la lubricación ocular.
En estos casos, el tiempo de exposición a las pantallas que debe pasar para que los ojos se vean afectados, «se acorta incluso en minutos«, advierte la especialista del Hospital Italiano.
Riesgos para el cerebro
El doctor Ismael Calandri, miembro del servicio de neurología cognitiva de Fleni, pone el foco en los efectos para nuestra “salud cerebral y mental” de pasar, por ejemplo, tres horas continuas navegando en redes.
«Las pantallas implican un nuevo conjunto de tecnologías y también de hábitos, de los cuales algunos pueden ser poco saludables. El primero de los riesgos es que aumenta el tiempo de sedentarismo«, comenta.
Con el sedentarismo -sigue el neurólogo- crecen en forma significativa las posibilidades de sufrir un conjunto de enfermedades crónicas como la obesidad, hipertensión, diabetes y dislipemia.
Estas entidades, llamadas «factores de riesgo», cooperan en dañar las arterias del cerebro y de todo el cuerpo. Y nos hacen más susceptibles a lesiones como las que puede generar un ACV.
Según Calandri, hay suficiente evidencia de que la actividad física disminuye estos factores de riesgo, aún cuando no son causados por el sedentarismo. A la vez que mejora la performance cognitiva, por ejemplo, en la atención.
«Cambiar actividad física por pantallas es nocivo, a corto y largo plazo, para nuestro cerebro«, sintetiza el especialista.
Menos sueño y baja estatura
«En un trabajo realizado en Londres en niños menores de tres años, vieron que cada hora diaria que pasaban con el celular o la tablet reducían 26 minutos su tiempo de sueño nocturno. Es bastante importante, y más a esa edad», comenta la doctora en neurología Stella Maris Valiensi.
Hace especial hincapié en los niños porque hay una fase que se llama sueño profundo donde se produce una hormona de crecimiento. Si esta fase se ve alterada -advierte- los niños van a tener, por ejemplo, menor estatura.
¿Qué podemos hacer para prevenirlo? «Se sugiere que los niños apaguen los medios electrónicos dos horas antes de acostarse. Y los adultos una hora antes», indica Valiensi, que es autora del libro “La ruta del sueño”, publicado por delhospital ediciones del IUHIBA.
Qué enfermedades puede causar el uso del celular
Los especialistas consultados mencionan otros problemas de salud asociados al uso excesivo de las pantallas:
* Cefalea, cansancio, y déficit de atención.
* Alteraciones posturales como el dolor de cuello o de espalda, por estar con la cabeza flexionada hacia adelante permanentemente.
* Aumento de peso corporal. Al reemplazar deporte por actividades sedentarias, el uso de pantallas hace que nuestras dietas sean hipercalóricas para las tareas y generan sobrepeso.
* Síndrome metabólico. Según Calandri, el sobrepeso puede desencadenar «la epidemia más relevante de este siglo» que incluye obesidad, hipertensión, diabetes y dislipemia. Aumenta el riesgo de infartos cardiacos, insuficiencia renal, ACV, y es un factor de riesgo para el desarrollo de demencia.
* Baja calidad de vida. La tecnología puede aumentar la ansiedad y restringir la actividad social si cambiamos una pantalla por una buena conversación.
* Menos bienestar psicológico. Las redes sociales impactan sobre la autoestima. La exposición a modelos de belleza o éxito ficticios, el bombardeo publicitario y la necesidad de la validación de los otros pueden provocar depresión, ansiedad y trastornos alimentarios.
Entonces, ¿qué hacemos?
Para el doctor Calandri, la respuesta a si la interacción con la pantalla es positiva o negativa se encuentra «en los grises».
«No hay un tiempo de exposición nociva al sedentarismo, sino que hay un disbalance entre el tiempo que invertimos en la actividad física y el tiempo en que no», analiza.
La clave estaría, por lo tanto, en buscar un equilibrio. Así lo ejemplifica el neurólogo: «Miles de trabajadores pasan ocho horas al día frente a una pantalla, pero aprovechan su tiempo libre en una vida saludable y no tienen más riesgo de un ACV o demencia».
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