La espontaneidad en el erotismo está sobrevalorada, dijo la sexóloga Silvana Savoini. Pros y contras de las dos modalidades.
El enfrentamiento entre espontaneidad y planificación suele ser una polémica repetida cuando de encuentros sexuales se trata. Sin embargo, la validez de esta oposición queda en duda si se tienen en cuenta las apreciaciones subjetivas, determinantes en el plano de la intimidad.
Sin inclinarnos por ninguna de estas dos variantes es posible decir que en el terreno de lo sexual, tanto lo improvisado como aquello que es programado tiene sus beneficios.
La psicóloga y sexóloga argentina, Silvana Savoini ratificó que “desde la sexología se evitan las calificaciones de ‘mejor’ o ‘peor’ respecto a la modalidad, tiempos o formas que pueden tomar las prácticas sexuales, porque se entiende que no hay una manera que sea universalmente válida, ya que lo que es absolutamente subjetivo, y lo que se prioriza siempre es respetar la singularidad de cada persona y/o pareja”.
Sexo planificado
Planificar la actividad sexual puede ofrecer el beneficio de estar en las condiciones que querramos o necesitemos para poder disfrutar. Foto ilustración Shutterstock.
Planificar un encuentro sexual tiene varios puntos a su favor. Según Savoini, quien coordina la Diplomatura de Estudios Avanzados en Sexología y Neurociencias de la Universidad Nacional de Rosario, “en un proyecto se pone en juego el deseo, la imaginación, la creatividad, el compromiso con aquello que jerarquizamos como prioritario, y la decisión para disponer los recursos de tiempo, atención y energía que se requieran”.
Como consecuencia, planificar la actividad sexual puede ofrecer el beneficio de estar en las condiciones que querramos o necesitemos para poder disfrutar: descansados, con disponibilidad de tiempo y con todos los detalles que nos eroticen en cuanto a cuidado personal y disposición de espacio y privacidad, añadió la especialista.
“En definitiva, todo eso también reduce el estrés que puede generarnos la improvisación, los apurones, la incertidumbre, incomodidades u otras tensiones que puedan derivarse de la irrupción no prevista de la erótica en medio de la cotidianeidad”, explicó.
El hecho de programar no significa necesariamente que todo lo proyectado deba cumplirse al pie de la letra. Foto ilustración Shutterstock.
Savoini aclaró que para que la experiencia sea positiva es clave la asertividad sexual, entendiendo a ésta como la capacidad de expresar de forma directa, empática y respetuosa lo que nos gusta, y lo que no, en la intimidad.
Además, enfatizó que el hecho de programar no significa necesariamente que todo lo proyectado deba cumplirse al pie de la letra. “Planificar un momento y un espacio para el encuentro (con otro o con uno mismo) no debe implicar la obligatoriedad de lo que ‘debe’ ocurrir allí”, señaló.
“Si se vive ese encuentro como una oportunidad para que lo que surja se produzca con fluidez y no se experimenta como el cumplimiento de un mandato, se preserva la libertad”, aseguró.
Al sentirnos demasiado cómodos con lo que ya sabemos que funciona suelen repetirse secuencias que se tornan previsibles. Foto ilustración Shutterstock.
En cuanto a la planificación ligada al “temido fantasma de la rutina”, la sexóloga mencionó que esto no necesariamente es malo. “Las rutinas nos dan tranquilidad, pero lo que sí puede ser perjudicial es que ese encuadre situacional aniquile la creatividad”, dijo.
Al sentirnos demasiado cómodos con lo que ya sabemos que funciona suelen repetirse secuencias que se tornan previsibles, lo cual puede desmotivar a las personas, ya que ante la reiteración eso que antes resultó ahora deja de operar como un estímulo.
El sexo espontáneo
«Conocer las preferencias (propias y del otro) es una ventaja», señaló Savoini. Foto ilustración Shutterstock.
“La espontaneidad en el erotismo está sobrevalorada”, anticipó la especialista para derribar la falsa idea que en la cima de esa suerte de ranking de las virtudes sexuales del imaginario popular.
“Cualquier cosa placentera que irrumpa sorpresivamente en nuestra vida es estimulante, nos despabila, activa una cascada neurobiológica de catecolaminas (dopamina, adrenalina, noradrenalina) que es agradable y hace que sintamos ese gusto por la aventura”, explicó Savoini.
Esto, añadió, también permite que el deseo se exprese sin condicionamientos, pero la contracara es que “no siempre podemos resolver lo que deseamos con inmediatez”.
Savoini: “Cualquier cosa placentera que irrumpa sorpresivamente en nuestra vida es estimulante». Foto ilustración Shutterstock.
¿Se pierde la capacidad de improvisar en parejas que llevan muchos años juntas? Según la sexóloga, “el tiempo en una relación no necesariamente implica que cueste la espontaneidad, todo depende de cómo haya configurado la erótica esa pareja”.
“Es cierto que tendemos a ‘apoltronarnos’ en aquello que nos resulta confortable, que funciona. Al ganar intimidad (conocimiento mutuo y confianza) también vamos sesgando las actividades en función de conocer las preferencias (propias y del otro), pero eso no es necesariamente algo malo; al contrario, diría que es una ventaja”, cerró la experta.
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