El desconocimiento, el coitocentrismo y la incidencia de factores socio-culturales atentan contra el goce femenino. Cómo derribar estos obstáculos.
La desigualdad de género se expresa en todos los aspectos de la vida. Y la sexualidad, claramente, fue una de las grandes perjudicadas por las distintas construcciones que contribuyeron a estas inequidades. De aquí surgió también, en parte, la brecha orgásmica, definida por el número de orgasmos alcanzados por hombres y mujeres durante los encuentros sexuales.
El peso cultural de esta cuestión es clave: los especialistas coinciden en destacar que el desconocimiento, así como el peso de determinados mandatos y prejuicios son enemigos del goce de las personas con vulva.
Silvina Valente, médica sexóloga clínica especialista en ginecología y obstetricia y presidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), aclaró a Clarín que si bien no hay estudios al respecto en Argentina y el concepto de brecha no es científico, esta definición “puede tener que ver con que, cuando la mujer tiene ganas de tener un orgasmo con un otro tarda, porque valora muchísimo la excitación”.
Como contracara, señaló, el hombre, en general, “valora más tener un orgasmo y terminar”.
En ese marco, sostuvo que en 2019 evaluó la incidencia de la anorgasmia en mujeres con un resultado de 54% de encuestadas que no experimentaban orgasmos en relaciones sexuales.
El psicólogo y sexólogo Patricio Gómez Di Leva mencionó que “la brecha orgásmica se observa permanentemente en el consultorio”. “El principal motivo de consulta en los varones es la eyaculación precoz, y el principal motivo de consulta de las personas con vulva son las dificultades para alcanzar el orgasmo”, aseguró.
Pero, ¿cuál es la real importancia del tan ponderado clímax?, ¿debería ser la máxima aspiración durante una relación sexual? En el universo de la sexualidad, el menú es amplio y variado. Sin embargo, para Valente (en Instagram, @consexuar) hay una sobrevaloración exagerada del orgasmo.
“Es como que se lo cosifica, estás persiguiendo el orgasmo como si fuera lo único que quieres. Y el orgasmo es una consecuencia”, afirmó.
Origen de la brecha orgásmica
Di Leva (en Instagram, @respuestasexual) explicó que “los factores que inciden en la brecha orgásmica son tanto fisiológicos como culturales, aunque estos últimos tienen mucho más peso”.
Según el especialista, esto tiene que ver con que “históricamente la sexualidad de la mujer fue más reprimida y, si bien todos recibimos una educación sexual que no se centra para nada en el placer, esto lo sufren mucho más las personas con vulva”.
Las dos razones más importantes a la hora de determinar la brecha orgásmica son el coitocentrismo y la falta de información y conocimiento de las personas con vulva sobre su propia anatomía y sexualidad, resaltó.
“La mayoría no llega al orgasmo a través de la penetración. Por otro lado, al no explorar sus cuerpos y su sexualidad, no conocen otros caminos por los cuales podrían alcanzarlo con mayor facilidad”, sostuvo.
La presidenta de la SASH coincidió y agregó que “las mujeres desconocen su propio cuerpo y el clítoris, pero además desconocen mucho es lo que a cada una le gusta”. “Para entrar a una relación sexual tienes que saber lo que te animarías a intentar. Antes de poner los límites tenemos que saber qué queremos”, aseveró.
Espejito, espejito…
Hay un ejercicio fundamental que los especialistas recomiendan en pos del placer, el autoconocimiento y el autoreconocimiento.
Di Leva comentó que “cuando las personas con vulva consultan sobre estos temas, la primera tarea que les damos los sexólogos y sexólogas es que se miren la vulva en un espejo. Ese es el punto de partida para empezar a reconocer su anatomía”.
Una vez familiarizadas con sus propios cuerpos, se puede avanzar con los siguientes pasos.
Conociéndonos
Es fundamental comprender que “el orgasmo es individual”, dijo Valente. Según la médica, es importante que cada una sea responsable de sus propias sensaciones, ya que “tener un orgasmo no depende del otro”.
Para ello, aseguró, es esencial “que se exploren, que se den permiso, que sepan qué les gusta, que se animen a experimentarlo y a pedirlo y que puedan comunicarlo sin vergüenza”.
“Es muy difícil poder tener un orgasmo con otra persona si antes no lo tuvimos solos o solas”, añadió Di Leva. Por eso, reiteró, resulta imprescindible tocarse -en soledad o en compañía-, sentirse y descubrir cuáles son las zonas o las cosas que generan más placer. Esto permitirá también dar indicaciones adecuadas a quien oficie de pareja en el momento de la intimidad.
Permitido copiarse
Di Leva mencionó un ejercicio que suele recomendar. El mismo consiste en que la persona con vulva se autoestimule frente al otro u otra que la acompañe. Lo ideal es que pueda hacerlo hasta llegar al orgasmo.
Luego de esto, la persona que observó tiene que imitar esa estimulación. “Hay que tener en cuenta que la imitación nunca va a estar al nivel de la autoestimulación porque somos personas diferentes”, aclaró.
En ese contexto, para que se comprendan las diferencias entre el estímulo propio y el externo, dijo: “Un ejemplo muy simple que doy es pensar en cuando nos pica la espalda en un lugar al que no llegamos. Las indicaciones son ‘más arriba’, ‘más abajo’, ‘más al centro’…. Pero no es tan fácil que la persona logre llegar al lugar al que queremos que llegue. Si eso nos cuesta, imaginémonos que con la sexualidad es aún peor”.
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