La comunicación asertiva es clave para poder llevar las fantasías a la realidad. Cuáles son las más frecuentes.
Las fantasías sexuales pueden quedar en el plano de la imaginación o bien hacerse realidad. En pareja, por separado, individual o grupalmente, como protagonistas o espectadores, numerosas son las formas en que se presenta el deseo.
Contra todo pronóstico, a veces la fantasía pasa por el sexo romántico. Tríos, voyeurismo, dominación o swingerismo son otras de las más frecuentes. Y mientras que algunas personas prefieren dejarlas en el plano mental, otras se animan a experimentarlas.
Según una encuesta entre 16.450 usuarios de Gleeden Argentina, aplicación de encuentros extraconyugales, el 67% logró llevar a cabo al menos una de sus fantasías sexuales. El 60% afirmó haber tenido algún tipo de fetiche y el 47% de los consultados dijo estar dispuesto a realizar un intercambio de parejas. De hecho, dentro de ese porcentaje el 14% ya lo había realizado.
El diálogo, aliado de las fantasías
Tríos o sexo grupal, una fantasía frecuente. Foto ilustración Shutterstock.
Dentro de la pareja, ni las fantasías son siempre compartidas, ni tienen por qué adivinarse entre ambos miembros del vínculo. Por eso, lo ideal es mantener una comunicación fluida y constante donde los deseos de ambos puedan ser revelados sin temor ni censura.
Según la psicóloga y sexóloga Mariana Kersz “el diálogo es la mejor herramienta que podemos tener en un vínculo”. En ese marco, su recomendación es “hablar respecto a la fantasía, pero también respecto a los miedos o a las expectativas que se puedan generar en función de esto”.
En el caso de querer llevarla a cabo, depende de las intenciones de ambos, puede surgir una suerte de negociación. La especialista (en Instagram, @lic.marianakersz) explicó que esa fantasía no se debe dar por sentada ni “creer que la otra persona va a querer hacerlo o acceder tal cual a mí me gusta o como yo pienso que puede pasar”.
Por eso, instó a “tener cierta flexibilidad y, obviamente, respetar el consenso y la determinación de la pareja. Si dice que no es no”.
El rol del diálogo, reiteró, es fundamental. No se trata de una charla en plena intimidad, sino de la tan popularizada comunicación asertiva.
Según Kersz, “si una pareja suele no comunicarse o se comunica de una manera no asertiva es probable que en el momento de contar una fantasía falle. Sin embargo, si suele comunicarse de una forma respetuosa y saludable va a tener muchas más posibilidades” a la hora de dar a conocer sus deseos.
Esperar a hablar de esto en el momento de más excitación, aclaró, es un error. La sugerencia es “ir llevando la situación de a poco y generando espacios de diálogo por fuera de la cama, charlarlo de una manera muy natural en situaciones cotidianas. Esa va a ser la mejor manera de que, en el momento en que llegan a tener un encuentro sexual, esa fantasía pueda empezar a ser pensada de a dos”.
“No sos tu, soy yo”
El 25% de los encuestados fantaseaba con tener sexo en lugares públicos. Foto ilustración Shutterstock.
¿Qué pasa si esa fantasía expresa el deseo de una de las dos partes de la pareja, pero no de la otra?, ¿cómo se enfrenta esta situación donde no es sólo el placer lo que está en juego?
“Si el deseo va creciendo de manera unilateral sería bueno poner en claro qué es lo que me genera más excitación de esa fantasía. Y ver de qué forma esa otra persona puede ir acercándose lo más posible sin renunciar al suyo”, dijo la sexóloga.
Cuando haya dudas o se pretenda avanzar, pero no al 100%, la clave será ceder. “Como en cualquier decisión va a implicar una renuncia: la persona que no tiene ninguna intención de cumplirle la fantasía a su pareja debe renunciar a su propia intencionalidad y acceder o flexibilizarse para llegar a algún nivel que pueda complacer al otro. Y quien siente que su deseo crece unilateralmente debe bajar un poco las revoluciones y acceder a lo que la pareja sí pueda hacer”, afirmó Kersz.
Respecto a aquellas fantasías que excluyen al compañero o la compañera, aseveró la especialista, “será cuestión de hablar y explicar por qué no está incluida esa persona”. Si aun así ese otro o esa otra se sienten mal por no estar incorporados, se puede pensar alguna forma de participación como, por ejemplo, la observación.
Accesibles, realizables y compartidas
Las fantasías de hoy son más accesibles y realizables, dijo Mariana Kersz. Foto ilustración Shutterstock.
Probablemente las fantasías más frecuentes no sean exóticas ni mucho menos imposibles. Como consecuencia, llevarlas a la práctica es cada vez más común.
Mariana Kersz sostuvo que actualmente “las parejas rompen un poco los esquemas que hasta hace cinco o diez años veíamos en esta monogamia estructurada y con exclusividad sexoafectiva y se permiten salir un poco” de estos moldes.
El acceso a la información y el diálogo alrededor de la sexualidad son para ella dos de los factores responsables de este cambio.
En ese contexto, señaló, “la gente puede pensar en otras cosas, no solamente en un vínculo hetero pene-vagina sino también incorporar juguetes sexuales, lubricantes, abrir la relación, hacer un trío o ir a un club swinger”. “Aparecen más fantasías compartidas en pareja que antes y esto tiene que ver con más información al alcance de la mano”, añadió.
La diferencia entre las fantasías de hoy y las de épocas anteriores, concluyó, es que las actuales son “realizables, accesibles”. “Eso activa la dopamina en el cerebro, hace que las personas tengan más ganas de tener relaciones y va redoblando la apuesta: entonces la pareja se va uniendo durante la fantasía, hay mayor estimulación y mayor erotismo, lo cual se traduce en más placer”, cerró.
Cuando la fantasía es el sexo romántico
Según una encuesta realizada por Lovehoney Group, una de las compañías de bienestar sexual más grande del mundo, entre 22.315 hombres y mujeres de 15 países (Alemania, Australia, Austria, Canadá, China, España, Estados Unidos, Francia, Hong Kong, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Reino Unido y Singapur) más del 65% de los consultados dijo tener fantasías sexuales, contra poco menos del 35% que respondió negativamente.
Las fantasías pueden cumplirse o quedar dentro del plano de la imaginación y, aún así, sumar al placer sexual. Foto ilustración Shutterstock.
Dentro de las fantasías por las que se les consultó a los encuestados, se destacan las siguientes:
- Sexo romántico: 39% afirmativo, contra 61% negativo.
- Sexo apasionado: 34% afirmativo, contra 66% negativo.
- Sexo oral: 32% sí, contra 68% negativo.
- Sexo con algún conocido que no es mi pareja: 32% afirmativo, contra 68% negativo.
- Sexo con algún extraño: 28% afirmativo, contra 72% negativo.
- Sexo en un lugar público: 25% afirmativo, contra 75% negativo.
El 61% de los encuestados aseguró fantasear cuando se masturbaba. Foto ilustración Shutterstock.
- Sexo grupal o trío: 24% afirmativo, contra 76% negativo.
- Sexo duro, poder, control: 20% afirmativo, contra 80% negativo.
- Sexo con una celebridad: 19% afirmativo, contra 81% negativo.
- Sexo en el trabajo: 19% afirmativo, contra 81% negativo.
- Juegos de rol: 19% afirmativo, contra 81% negativo.
- Sexo anal: 15% afirmativo, contra 85% negativo.
- Relación abierta: 13% afirmativo, contra 87% negativo.
- BDSM: 11% afirmativo, contra 89% negativo.
Una encuesta reveló que el 67% de los argentinos logró llevar a cabo al menos una de sus fantasías sexuales. Foto ilustración Shutterstock.
Al preguntarles cuándo pensaban en estas fantasías un 61% aseguró hacerlo cuando se masturbaba. En cuanto se les consultó si las fantasías aparecían en sus sueños, un 45% dijo que sí, contra un 55% que dijo lo contrario.
Por otra parte, se les preguntó si las fantasías aparecían mientras tenían sexo con alguna persona: un 26% contestó afirmativamente y un 74% negativamente.
Cuando se les indagó sobre si pensaban en esto en situaciones cotidianas tales como el trabajo o el viaje en subte, un 25% contestó que sí, contra un 75% que afirmó lo contrario.
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