Uno de los pueblos más lindos de Mallorca, parte de las Islas Baleares, en España.
Cuentan que el compositor Frédéric Chopin y la novelista George Sand llegaron en 1838 en un barco a vapor llamado “El Mallorquín”. El viaje a Mallorca, una de las Islas Baleares, España, tenía como finalidad buscar nuevos aires para el músico, que sufría de los pulmones.
Pero la historia recuerda al pueblo de Valldemossa como el sitio elegido para su refugio.
Aún hoy llegan miles de turistas que buscan caminar por las calles que visitó la pareja y conocer la cartuja donde se alojaron: su estadía incluso quedó inmortalizada en el libro “Un invierno en Mallorca”, de Sand… aunque no dejaba tan bien parados a los locales.
Vista de Valldemossa, en Mallorca. Foto Shutterstock
A 17 km de Palma de Mallorca y a 400 metros sobre el nivel del mar, Valldemossa está en medio de la Sierra de la Tramontana y también sedujo a personajes como Rubén Darío y Miguel de Unamuno.
Antes de llegar, el camino ya ofrece un paisaje con encanto, con frondosos bosques de almendros y olivos y excelentes miradores naturales. Una vez allí, el enamoramiento es súbito y nadie se resiste a tomar fotos.
Las calles están llenas de casas de piedra, con colinas cercanas, calles empinadas y miradores. Las puertas, las calles adoquinadas y las piedras -siempre sobrias- contrastan con los colores de las cuidadas macetas y los jardines de las casas en un ambiente sobrecogedor.
Para muchos, el gran plan al llegar a Valldemossa es callejear, perderse por ahí o detenerse en algunos de sus bares o restaurantes.
Por cierto, el imperdible gastronómico del lugar se llama “coca de patata”: unos bollos dulces y esponjosos hechos a base de papa, manteca de cerdo y, por supuesto, azúcar.
La entrada a la cartuja cuesta 12 euros. Foto Shutterstock
Cómo es la cartuja
Para conocer la historia del pueblo hay que visitar La Cartuja de Valldemossa, que en tierra mallorquín es conocida como “Cartoixa de Valldemossa”. El monumento más emblemático es un palacio que data de 1309, que fue residencia del rey Sancho I de Mallorca, antigua residencia real y Real Cartuja (siglo XV).
En 1399, cuando ya no había reyes mallorquines, el palacio se cedió a monjes cartujanos. Muchos años después, en 1835, se vendió a particulares (varias personas fueron comprando partes del lugar) y actualmente es un monumento.
La cartuja, visita ineludible en Valldemossa. Foto Shutterstock
Luego del ingreso -12 euros la entrada general-, sobreviene un descanso entre jardines y terrazas, con excelentes vistas del valle de Valldemossa. Allí están exhibidos los utensilios de la antigua farmacia, la correspondencia, el mobiliario, algunas obras de arte, claustros y celdas, entre ellas la que usaron Frédéric Chopin y George Sand.
Más allá del paseo histórico, Valldemossa también es epicentro para amantes de la música clásica, que esperan la llegada de agosto porque es cuando se realiza el Festival Chopin, un ciclo de conciertos de gran nivel en la cartuja.
Salida al mar
A menos de diez kilómetros del pueblo, luego de atravesar un encantador camino de curvas, está el Puerto de Valldemossa. Bien conservado y pequeño, el lugar ofrece la belleza de la costa escarpada y la posibilidad de saborear algunas delicias de mar, desde recetas suculentas hasta calamares fritos.
A 10 km del pueblo, la salida al mar. Foto Shutterstock
Aunque muchos viajeros eligen a Valldemossa solo para pasar el día, quedarse una noche es una excelente opción. Pasear por esas calles invita a trasladarse a otra época. Y quizás a imaginar por un rato esas veladas de Frédéric Chopin y George Sand a la luz de una vela, entre la sierra y el Mediterráneo.
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