Un nacimiento que ocurrió durante la Gran Depresión en un pequeño pueblo de Ontario y dio la vuelta al mundo.
El 28 de mayo de 1934 el matrimonio de Elzire y Oliva Dionne, del pueblo canadiense de Corbeil, tuvo una noticia imprevista.
Esperaban un hija o hijo. Según sus cálculos, faltaban dos meses para el nacimiento. Pero Elzire tuvo síntomas contundentes y entonces, llamaron al médico de la zona, el doctor Allan Roy Dafoe.
El parto, según las notas que cuentan el caso, se desencadenó y a partir de ahí, todo cambió para ellos. Con los escasos recursos de la época, Elzire dio a luz a cinco bebas idénticas entre sí, con pesos de entre uno y dos kilos cada una.
Hasta ese momento no había registro de quintillizos. Además, el matrimonio contaba con otros cinco hijos. El más cercano no llegaba al año de edad. Con lo cual, Yvonne, Annette, Cécile, Émilie y Marie -esos fueron los nombres elegidos- se unieron a la familia ya numerosa.
Una nota de The New York Post dice que la instantánea reacción de la madre fue: “¡¿Qué voy a hacer con todos esos bebés?!”.
La realidad de la familia Dionne
La frase tenía su razón de ser. El contexto para ellos era de mucha escasez. Transcurría la época de la Gran Depresión -la brutal crisis que se originó en 1929 por la caída de la bolsa de valores de Nueva York y se extendió a una gran cantidad de países.
Sobre su universo particular, las notas que relatan el caso cuentan que la familia vivía en una granja precaria al noroeste de Ontario.
Oliva, el padre de familia, trabajaba en el transporte de rocas; y Elzire, la mujer, hacía lo suyo con las tareas de la casa y la crianza de su prole.
El furor por las quintillizas
Como cuenta la nota del sitio El Tiempo de Colombia, Dafoe también quedó impactado por el nacimiento múltiple. Ni bien pudo puso al tanto a todos sus conocidos de la novedad.
La difusión se multiplicó y los vecinos de la zona comenzaron a acercarse las pocas horas del nacimiento a la casa de la familia para conocer a las cinco recién nacidas.
Muchos, cuenta la nota de El Tiempo, llegaban con alimentos, ropa y víveres . También les llevaron una especie de sencillas incubadoras para facilitar el crecimiento de las bebas.
Eso no fue todo. El diario The Washington Post contó que los medios de comunicación registraron semejante revuelo.
A Oliva, dicen las notas que recopilan el hecho, se le ocurrió ir por más. En la entrada a la granja, instaló una especie de set y los interesados podían acercarse a sacarse fotos con las quintillizas o pedirle un autógrafo a los múltiples padres.
La versión general es que los ingresos de la familia aumentaron.
En esa ola, firmaron un contrato para instalar su stand en una feria muy popular, tipo kermes, de Chicago.
El revés en los planes
El proyecto estaba encaminado. Pero las bebés no crecían y su estado era delicado.
Oliva quiso anular la presencia en Chicago. Según la nota de El Tiempo, el acuerdo firmado impedía esa opción.
Entonces, cedió la custodia de sus últimas cinco hijas a la Cruz Roja, quienes aseguraron atenderlas.
La Cruz Roja les brindó cuidados y, al mismo tiempo, firmó convenios para publicar las fotos de las hermanas en los medios más importantes a cambio de atractivos cachets.
La explotación a las niñas estaba en marcha. Bajo ese pretexto, cuenta El Tiempo, el gobierno de Canadá tomó la tenencia.
El show sobre las quintillizas
El estado siguió las acciones anteriores. En el libro El Milagro y la tragedia de las quintillizas Dionne, la escritora Sarah Miller relata que armaron un lugar de exposición con paredes de cristales y las mostraban cuatro veces al día. Otras fuentes detallan que se trataba de una especie de parque temático donde las pequeñas eran exhibidas mientras jugaban.
“Eramos el centro de atención, nos trataban como princesas”, contaron en su libro autobiográfico We were five.
El sitio mexicano El Debate calcula que para 1940 su fortuna podría haber alcanzado el millón de dólares. General Motors, una fábrica de jarabe, Palmolive, Fox fueron algunas de las pautas logradas. También aparecieron en películas.
La vuelta a la supuesta vida familiar
La infancia de Yvonne, Annette, Cécile, Émilie y Marie transcurrió en esa locura. Hasta que el padre, según la versión de El Tiempo, obtuvo de nuevo la tenencia.
Así fue que en la adolescencia por primera vez en su historia pasaron a convivir en el ámbito familiar.
La experiencia fue mala. Ellas revelaron que las trataban como sus esclavas y que el padre les pegaba y abusó de ellas.
Por otra parte, las publicidades y apariciones públicas con su imagen continuaron, y las ganancias iban a sus progenitores.
Eso las llevó a independizarse a sus 18 años y reclamarles el dinero que les correspondía. A partir de ahí, rompieron todo vínculo familiar.
El New York Post también agrega que obtuvieron una indemnización millonaria del gobierno de Canadá.
Desde ese momento, cada una continuó su historia. A los pocos años, dos de ellas murieron y en 1995 las tres sobrevivientes se animaron a contar en televisión su infame niñez.
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